Skylar y Kyle llegaron a casa en silencio, la tarde se dejó caer en la ciudad, las imágenes del encuentro con Eddie estaban aún frescas en su mente, como si hubiera visto a un fantasma, como si hubiera vivido algún encuentro paranormal.
Kyle estaba cansado y dolorido por la caída, pero Skylar estaba atrapada en ese laberinto al cual nuevamente había vuelto a caer.
Ese laberinto se llamaba Edward Munson, y quería aprender a salir de él.
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Entraron a la casa y Joseph, su padre, los recibió con una sonrisa, no sospechaba que las cosas podrían comenzar a cambiar tras ese día.
—¿Cómo estuvo el día, chicos? —preguntó Joseph, notando de inmediato la tensión en el rostro de Skylar, ella sonrió sin ver a sus ojos, estaba dispuesta a ocultar aquella información, minutos antes de entrar, ella y Kyle hicieron un juramento.
''Prométeme que no dirás que me he quedado hablando con el doctor— dice la chica, con su meñique enredado en el pequeño dejo de su hijo.
¿Hay algo de malo con eso? ¿Es malo ese hombre? —pregunta el pequeño.
Las madres y sus hijos, tienen secretos—dice la chica—¿será nuestro secreto? él es un viejo amigo que no le cae bien a tu abuelo, es sólo eso''
—Fue... largo —respondió Skylar, intentando sonar normal mientras ayudaba a Kyle a quitarse los zapatos— Kyle se cayó en la escuela, pero está bien. Sólo fue un susto.
Joseph frunció el ceño con preocupación, conoce a Skylar, sabe que le hubiera contado de inmediato.
—¿Una caída? ¿Está bien? ¿Necesitamos llevarlo a un médico? —preguntó, dubitativo, cuestionándose el actuar de su hija.
—Lo llevaron al hospital y todo está bien —respondió Skylar rápidamente, evitando mirarlo a los ojos—No hay fractura, solo un golpe. Ya sabes, Kyle suele jugar brusco, se lo he reprochado mil veces— la chica mira al pequeño.
Joseph asintió, aunque no parecía del todo convencido, era cosa ver los ojos de su hija para notar que las cosas habían cambiado, y muy dentro de él, temía que aquello tuviera nombre y apellido.
—Bueno, me alegra que esté bien. Vamos a cenar, preparé algo de comer— toma a Kyle en brazos y camina con el chico hasta el comedor.
Durante la cena, Skylar apenas tocó su comida, tenía su mente aún en el encuentro con Eddie, cerraba sus ojos y podía sentirlo, al igual que su perfume, estaba ahí, con ella, y su mente traicionera volvía a él, a recordar su piel, sus manos, su risa, y los escalofríos transitaban por su espalda, dejando en claro que Eddie era una etapa imposible de superar.
Joseph notó su falta de apetito y su mirada distante, su hija no estaba ahí.
—Sky, ¿estás bien? —preguntó con suavidad—Pareces preocupada.