¿Te sientes avergonzado cuando escuchas mi nombre?
Piensa ella, lo ve, ahí, con una expresión más madura, más veinteañera, con sus mismos ojos chocolatosos y juguetones, pero ellos están a millas de jugar.
Skylar sentía que el corazón le latía con fuerza, estaba al borde de desplomarse ahí mismo. Apretó la mano de Kyle, intentando calmarse, pero el pánico se instalaba en su mente, y no tenía fecha para irse. No podía creer que después de tantos años, Eddie estuviera justo frente a ella. "Tengo que salir de aquí", pensó.
Quería que la tierra se abriera y ser tragada sin dejar rastros.
—¿Es usted la madre de Kyle? —preguntó el joven médico sin volverse hacia esa joven madre preocupada, mientras revisaba unos papeles.
—Sí, soy su mamá —dijo Skylar, tratando de mantener la voz firme mientras caminaba hacia la camilla de observación donde estaba Kyle.
Eddie se volteó lentamente, y cuando sus ojos se encontraron, ambos palidecieron. Kyle no entendía nada de lo que estaba pasando, pero el silencio en la habitación era evidente, aunque el niño no se cuestionaba demasiadas cosas, él estaba acostumbrado a su mundo con mamá.
Mamá era lo único en su vida.
Skylar sintió un nudo en la garganta. Todo lo que quería era salir corriendo de ahí, llevarse a Kyle y no volver a mirar atrás. Pero Eddie la miraba fijamente, con una mezcla de emociones que no podía comprender.
Skylar tenía un hijo, y las dudas carcomían su mente.
—¿Skylar? —su voz era apenas un susurro.
Skylar tragó saliva y asintió, sin saber qué decir. Eddie miró a Kyle, luego volvió a mirar a Skylar, y la conexión fue inmediata. Sus ojos se ensancharon, se abrieron como platos, se encontraron con sus ojos gemelos.
—Quiero ir a casa, con Joseph— dice el niño, y Sky no presta atención a las palabras del pequeño.
—¿Cuántos años tiene él? —preguntó Eddie, con su voz temblando.
Skylar no respondió. En lugar de eso, se inclinó hacia Kyle y le susurró.
—Vamos, cariño. Nos vamos a casa— cogió la chaqueta del niño.
Kyle asintió, levantándose de la camilla. Skylar lo tomó de la mano y se dirigió rápidamente hacia la puerta, su mente estaba nublada por el pánico, actuando como una irresponsable por el brazo de su hijo. Pero antes de que pudiera salir, Eddie dio un paso al frente, bloqueando la puerta con su brazo.
—Skylar, espera. No puedes simplemente irte —dijo, con su voz firme, y a la vez preocupada. El niño no comprendía por qué el médico que le había regalado un sticker de Bluey, ahora conocía a su madre.
—Déjanos pasar, Eddie —respondió Skylar— No quiero hacer esto aquí.
—No puedo hacerlo —dijo Eddie, sin apartarse— Por ética profesional y por lo que acabo de descubrir. Necesitamos hablar de esto— ella mueve su cabeza.