«Cualquier persona es libre de ser un héroe en cada pequeño acto de humanidad que haga».
Elina Liebert ha decidido intentar cambiar el rumbo de su vida en busca de su libertad y la verdad de su existencia. Dentro de la Legión de Reconocimiento, busc...
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«Así que Elina es su nombre». La voz de Levi suena completamente molesta dentro de su mente. Su mano sostiene con toda la fuerza que tiene al mango de su espada, tratando de desahogar su frustración en otra cosa que no sea la chica que tiene frente a él.
Su espalda moviéndose despacio de regreso al inicio del bosque es lo único que puede observar Levi. Como ella había sospechado, el tanque del chico quedó vacío.
Ambos avanzan en silencio. La incomodidad y desconfianza por parte de él es latente, su distancia expresa el desacuerdo en todo lo que ella dice o hace. A medida que apresura cada paso, logra recordar el rostro que vio por última vez dentro de la ciudad subterránea.
—Luces diferente cuando te bañas y no finges ser otra persona. Debí suponer desde el principio que no tenías rostro para ser de la ciudad subterránea.
—¿Siempre hablas mucho con las personas que no conoces?
—No. Yo soy poco sociable y encuentro el placer en mantenerme callado, hablo para esperar que el tiempo pase más rápido, así no tengo que soportar tu presencia demasiado.
—Ya veo. Qué poco caballeroso de tu parte.
El comentario irónico de la rubia es interrumpido al verse detenida por el cuerpo del azabache colocándose frente a ella. Su mirada es desafiante y la arrogancia que sus ojos grises reflejan expresan mucho más que sus palabras. A pesar de ser intimidante, Elina no puede evitar pensar en la diferencia de estaturas que tienen.
—No deberías ponerte en esa mala actitud. No estás en posición de comportarte así.
Los ojos de Levi se entrecierran al escuchar todas las palabras que ella escupía. Sin duda, ella le daría un dolor en el trasero también si continuaba viéndola seguido.
—¿Y tú qué haces aquí? No deberías estar con aquel cejón? Es tu capitán, ¿no?
—No, no lo es.
—¿Entonces qué hacías en la ciudad subterránea con él?
—Como eres nuevo, te daré el privilegio de sentirte cómodo al mantenernos en silencio. Debe ser un dolor de cabeza hablar con alguien poco taciturno como yo. No te preocupes, puedes agradecerme después. Y, si no te importa, continuaremos el camino de regreso.
Apenas y se le ha ocurrido una manera de evitar las inquisiciones del azabache; pero, más que nada, le divertía mucho la forma en que ligeramente Levi arruga la nariz al sentirse tan molesto. Una sonrisa se escapa de Elina en secreto al verlo.
El camino comienza a tornarse silencioso y la tensión entre ellos no hace más que agravarse. El recelo que Levi tiene por aquella chica no sabe hacer otra cosa sino que acrecentar con el tiempo. Elina le manda miradas fugaces antes de que él se dé cuenta.
