𝐷𝑜𝑠: 𝐴𝑢𝑠𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎

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    Su vista nublada esconde lo que sucede frente a ella

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    Su vista nublada esconde lo que sucede frente a ella. Su mente está lejos de donde se encuentra su cuerpo.

    Elina lleva sus manos temblorosas hasta sus oídos, tratando de dispersar los pensamientos que la atrapan: Su padre solo en la sala después de haberse ido madam LeBlanc, su aparición tardía. ¿Pudo todo haber sido un plan de ella, la mujer que es como su segunda madre, a pesar de toda la presión que le infundó durante su vida?

«¿Quién crees que es el enemigo?»

    Las palabras de su padre llegan a su mente. Ella trata de buscar una razón en todo esto.

    —¡Elina! —lord Aurille se encuentra frente a ella, la interrumpe tomando sus hombros para llamarla.

    Su frente arrugada y sudorosa es signo de lo rápido que se esforzó por llegar. Los brazos que ahora la atrapan en un abrazo expresan el dolor que siente también.

    La mente de Elina está en blanco, indispuesto a reaccionar ante los hechos que se presentan frente a ella. Su vista se apaga al cerrar los ojos, tratando de asimilar todo lo que sucede.

    —Mi pobre Elina. Lamento tanto lo de tu padre. Que hayas tenido que ver eso... Una niña como tú no tendría que sufrir esto. Si tan solo pudiera traerlo devuelta. ¿Por qué, entre todas las personas, tú tuviste que ver eso?

    La voz trémula de Aurille la hace romperse en pedazos, correspondiendo al abrazo débilmente. Entre el hombro del mayor, se deslizan las lágrimas de Elina, quien había sido incapaz de llorar hasta ahora.

    —Tío Aurille, él no volverá. Ya nunca podré verlo otra vez.

    Su voz se quiebra en un grito de dolor, silenciando todo lo que su mente le reclama.

    «Elina, si tan solo hubieras llegado antes. Todo esto morirá contigo». Su misma mente la tortura, volviéndose incapaz de pensar otra cosa.

    —Elina —la voz impasible de madam LeBlanc resuena detrás de ella—. Elina, necesito que vengas conmigo. La policía quiere que declares lo sucedido.

    Las palabras no pueden salir de su boca. El miedo invade tanto su ser que le es imposible incluso dar un pequeño paso, siendo inútil incluso el intento de siquiera voltear a verla.

    El silencio sepulcral de Elina mantiene impaciente a la mayor, tratando de tomarla del hombro para alejarla de aquel hombre.

    —Vamos, Elina, no estoy para juegos.

    —¡Suéltame! ¿O me asesinarás igual que a mi padre! —los pensamientos que tenía dentro de su ser salen involuntariamente, notando en ese momento la presencia de los policías dentro de la habitación.

𝑊ℎ𝑒𝑛 𝑇ℎ𝑒 𝐷𝑎𝑤𝑛 𝐶𝑜𝑚𝑒𝑠 / 𝐿𝑒𝑣𝑖 𝐴𝑐𝑘𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛 /Donde viven las historias. Descúbrelo ahora