Capitulo 2

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-Solo entre, pregunte por Dyana y ella solo me abrazó-Contaba Helaena mientras Odeliah la ayudaba a listarse para dormir-No sé qué le pasaba

-Puede que la presencia de su hijastra haya causado estragos, como que tal vez necesitaba un abrazo-opino la dama a la princesa. Mientras peinaba su cabello.

Odeliah había escuchado lo que había pasada con Dyana, le dolía amares saber que el príncipe le había hecho eso, la impunidad que tenía le hacía arder la sangre. Fue de inmediato a buscar a Dyana. Una congoja le invadía al ver la cama en donde dormía la joven, sin ningún rastro de ella. Pregunto a todos los sirvientes y guardias con los que se topaba, pero nada, esta parecía ya no estar en el castillo. Se preguntó "¿Cómo puede ser que por culpa de un hombre, la vida de una mujer pueda cambiar en menos de un segundo?". La idea de saber por lo que tendría que pasar ahora Dyana, la angustiaba y aún más, sabiendo que no la volvería a ver más, que no estaría hay para apoyarla en su dolor.

Recordó la vez que había llegado por primera vez a la Fortaleza, Dyana también era nueva, solo que era una simple criada. Pero eso no impidió que pasaran juntas ese proceso, las dos se tenían mucha estima y cariño.

Cuando se dio cuenta, ya la princesa estaba por acostarse. Así que la saludo y se retiró.

Pero para cuando se iba al otro piso donde solía dormir, se chocó con alguien que venía corriendo. Su mirada se dirigió en el rostro de esta persona que se trataba del príncipe Lucerys Velaryon.

-Mi príncipe-al agachar la cabeza para saludar, noto en el piso una porción de pastel y la culpa la invadió-¡oh! Lo siento-se agachó para recoger la porción, pero las manos del príncipe la detuvo

-Descuide, mi lady, iré por otro- los dos se miraron y esta noto que seguía sosteniendo sus brazos con sus manos. El príncipe al ver hacia donde iba la mirada de la chica, saco sus manos de donde estaban y las dirigió detrás de él, volviendo a una postura rígida.

-Si quiere puedo pedir a alguien que lleve una porción de pastel a su habitación-ofreció Odeliah

-No, deje, iré yo. Quería salir a tomar aire. Me dio otra oportunidad para volver a salir, no la desaprovecharé- dijo dispuesto a despedirse, y volver a la cocina. Pero una idea se le cruzó- ¿Quisiera venir conmigo a comer pastel?-pregunto con una sonrisa, que en los ojos de Odeliah le causaba ternura.

Le agradaba la idea, pero debía decir que no

-Mi príncipe, no sería buena idea qu-pero sus pablarás se vieron interrumpidas

-¡Oh dale!, nadie lo notará-insistió, Odeliah creyó que estaba delante de un niño así que solo acepto

-Está bien, pero si nos topamos con alguien me iré corriendo- hizo reír a Lucerys con el comentario

-Me parece correcto- Dijo en una risa discreta.

Cuando por fin estuvieron en la cocina, el Velaryon hablo primero.

-Siempre queda pastel de sobra, particularmente se los terminan los sirvientes-eso Odeliah ya lo sabía, pero no dijo nada- Cuando vivía acá me comía como tres porciones por día con mi papa, casi nunca quedaba- eso hizo reír a la muchacha, al igual que el que comentaba

-Nunca escuche que alguien le gustaran tanto los pasteles. Particularmente acá, casi nadie los come- informó Odeliah mientras se sentaba y Lucerys cortaba las porciones-Soy yo, la que los consume más, pero tampoco quiero abusar de los beneficios de vivir acá.

-Si bueno, ahora ya sabe. Tiene un acompañante para comer pastel-dijo el príncipe dándole una porción a la lady

-Gracias mi príncipe-este recibió el agradecimiento con sonrisa tímida

EL AMOR BROTÓ DEL ÚNICO ODIO / Benjicot BlackwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora