Capítulo 4.

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(Continuación de la historia.)




Ciel se levantó rápidamente, sintiendo el sudor caer por su frente, dándose cuenta de lo que había soñado

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Ciel se levantó rápidamente, sintiendo el sudor caer por su frente, dándose cuenta de lo que había soñado. El estaba soñando sueños húmedos con su prometida! Y sentía una ereccion dura contra sus bóxers debajo de su bata. Tenía que controlarse.

-Mierda.-Murmuró para si mismo, no podía dejar que notarán esta tensión en el. Pero necesitaba desesperadamente liberar la tensión debajo de su ropa interior.

Esta vez se había cambiado solo, sin ayuda de Sebastian. No podía dejar que notaran su problema.

Ciel después de eso observaba a Elizabeth desde una ventana de su mansión. Ella estaba en el jardín, recogiendo flores, vestida con un hermoso vestido blanco, similar al de la imagen que tanto adoraba. La luz del sol hacía brillar sus cabellos rubios y sus ojos verdes resplandecían con una intensidad que nunca antes había notado.

-Lizzy, te ves hermosa hoy -murmuró para sí mismo, sintiendo una mezcla de emociones que lo confundían y abrumaban. Nunca antes había sentido algo así, una mezcla de deseo y ternura, una necesidad ardiente de estar cerca de ella y demasiado.

Más tarde, se reunió con ella en el jardín. -Lizzy, ven aquí -le dijo, su voz más suave de lo habitual.

Elizabeth levantó la vista, sonriendo. -¡Ciel! ¿Cómo estás?

-Estoy bien -respondió él, tomando su mano-. Quería pasar un rato contigo.

Mientras caminaban por el jardín, Ciel no pudo evitar mirarla con admiración. Su belleza parecía aumentar cada día más, y su cercanía lo hacía sentirse vivo de una manera que nunca antes había experimentado. De repente, sintió el impulso de besarla.

-Lizzy, hay algo que quiero probar -dijo, deteniéndose y mirándola a los ojos.

Antes de que ella pudiera responder, Ciel se inclinó y la besó. Fue un beso apasionado, lleno de sentimientos reprimidos y nuevos deseos. Elizabeth respondió con la misma intensidad, sus manos enredándose en el cabello de Ciel.

Las manos de Ciel tomaron la cintura de elizabeth atrayendola más hacia su cuerpo. Estaba sintiendo el calor de su cuerpo, y eso solo hacía aumentar más la tensión en sus pantalones.

Cuando finalmente se separaron, ambos estaban jadeantes, sus corazones latiendo al unísono.

-Ciel... -murmuró Elizabeth, sonrojada pero feliz.

-Te amo, Lizzy -confesó Ciel, sorprendiendo tanto a ella como a sí mismo. Desde lo sucedido se ha esforzando por demostrar sus sentimientos.

El cumpleaños de Elizabeth se acercaba rápidamente, y la familia Midford estaba planeando una gran fiesta para ella

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El cumpleaños de Elizabeth se acercaba rápidamente, y la familia Midford estaba planeando una gran fiesta para ella. Ciel quería hacer algo especial, algo que demostrara cuánto la amaba.

-Sebastian, necesito que todo sea perfecto para la fiesta de Lizzy -ordenó Ciel a su mayordomo.

-Por supuesto, joven amo -respondió Sebastian, con su habitual sonrisa enigmática-. Haré que este sea un día inolvidable para la señorita Elizabeth.

Los sirvientes de la mansión, incluyendo a Mey-Rin, Finnian y Bard, trabajaban arduamente para decorar el lugar y preparar el banquete. Ciel supervisaba todo, asegurándose de que cada detalle fuera perfecto.

Finalmente, el día de la fiesta llegó. Elizabeth se veía absolutamente deslumbrante en su vestido, su cabello arreglado de una manera diferente que acentuaba aún más su belleza. Cuando entró en el salón de baile, todos se quedaron sin aliento.

-Feliz cumpleaños, Lizzy. -Dijo Ciel, acercándose a ella con una sonrisa sincera.

Elizabeth le devolvió la sonrisa, sus ojos llenos de emoción. -Gracias, Ciel. Esto es maravilloso.

La fiesta fue un éxito rotundo, llena de risas, música y baile. Pero lo que realmente hizo que el día fuera especial fue el momento en que Ciel llevó a Elizabeth a un rincón apartado del jardín.

-Tengo algo para ti -dijo, entregándole una pequeña caja de terciopelo.

Elizabeth la abrió y encontró un hermoso collar de perlas, con un colgante en forma de rosa. -Ciel... es precioso.

-No tanto como tú -murmuró Ciel, acercándose para besarla de nuevo, esta vez con más pasión. Sus labios se encontraron una vez más, y el mundo pareció desvanecerse a su alrededor.

A partir de ese día, Ciel y Elizabeth disfrutaron de muchos momentos lindos juntos. Paseaban por los jardines, compartían largas conversaciones y se besaban apasionadamente cada vez que podían.

-Ciel, estoy tan feliz de estar contigo -dijo Elizabeth un día, acurrucada en sus brazos.

-Yo también, Lizzy -respondió él, besando suavemente su frente-. Prometo que siempre te haré feliz.

A pesar de los desafíos y los días difíciles, el amor entre Ciel y Elizabeth creció cada día más fuerte. Cada pequeño gesto, cada mirada, reforzaba el vínculo entre ellos.

Ciel se dio cuenta de que Elizabeth no solo era su prometida, sino también su mejor amiga, su confidente y su amor verdadero. Y mientras la observaba reír y bailar en su fiesta de cumpleaños, supo que haría todo lo posible para protegerla y hacerla feliz, hoy y siempre.

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⏰ Última actualización: Jul 29 ⏰

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𝐄𝐍 𝐋𝐀 𝐎𝐒𝐂𝐔𝐑𝐈𝐃𝐀𝐃-𝐂𝐈𝐄𝐋𝐈𝐙𝐙𝐘-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora