Maraton.

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—MARATON—



UN CAMBIO INESPERADO: CIEL Y ELIZABETH.







Era una tranquila tarde en la mansión Phantomhive. Ciel estaba en su despacho, revisando documentos importantes, cuando de repente Sebastian entró con una expresión preocupada y, en sus brazos, una adorable bebé con ojos verdes y cabello rubio.

—Mi lord, parece que ha ocurrido algo muy peculiar con Lady Elizabeth —anunció Sebastian, tratando de mantener la compostura.

Ciel levantó la vista, frunciendo el ceño al ver a la bebé. Al observarla más de cerca, su corazón dio un vuelco. ¡Era Elizabeth! Aunque ahora tenía el tamaño y la apariencia de una bebé de un año, no cabía duda de que se trataba de su prometida.

—¿Qué demonios ha pasado? —preguntó Ciel, acercándose a la pequeña.

—Aún no lo sabemos, mi lord. Parece que ha sido víctima de algún tipo de hechizo o maldición —respondió Sebastian.

La pequeña Elizabeth miraba a Ciel con sus enormes ojos verdes, y al reconocerlo, una sonrisa se dibujó en su rostro mientras balbuceaba algo incomprensible pero adorable. Ciel, aunque desconcertado, no pudo evitar sentirse enternecido.

—Elizabeth… —murmuró, tomando a la bebé en sus brazos con cuidado.

Elizabeth se acurrucó contra Ciel, su dulce aroma a bebé llenando el aire. Era tan pequeña y frágil que Ciel sintió una protectora ternura que nunca había experimentado antes. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que, aunque Elizabeth había retrocedido en edad, también su mentalidad era la de una bebé.

Los días siguientes fueron un reto y una delicia para la mansión Phantomhive. Los sirvientes, Bard, Mey-Rin y Finny, se volcaron en cuidar a la adorable bebé.

—¡Miren esas mejillas! —exclamó Mey-Rin, encantada, mientras acariciaba suavemente las rosadas mejillas de Elizabeth.

—Es tan tranquila, nunca pensé que cuidar a un bebé fuera tan fácil —dijo Bard, sorprendido mientras intentaba, sin éxito, hacerle una papilla comestible.

—¡Elizabeth! —Finny gritaba alegremente, haciendo caras divertidas que hacían reír a la bebé.

Ciel observaba estas interacciones con una mezcla de ternura y exasperación. Aunque no le gustaba admitirlo, disfrutaba viendo a Elizabeth tan feliz y rodeada de tanto cariño. Sin embargo, ser el centro de atención de una bebé celosa no siempre era fácil.

Un día, Ciel tuvo que atender un asunto importante con Sullivan. Elizabeth, en brazos de Sebastian, observaba con atención desde la distancia. La bebé empezó a mostrar signos de molestia al ver a Ciel interactuar con otra chica.

—Ciel… ¡wah! —balbuceó Elizabeth, frunciendo el ceño con un adorable puchero.

Cuando Ciel regresó, trató de tomar a Elizabeth en sus brazos, pero ella lo rechazó, volviendo su carita hacia otro lado con una expresión ofendida. Sebastian, siempre observador, sugirió:

—Parece que Lady Elizabeth está celosa, joven amo.

Ciel suspiró y, con un tono inusualmente suave, empezó a llamarla por apodos cariñosos.

—Vamos, Lizzy. No hay nadie más importante que tú —dijo, acariciando suavemente su mejilla.

Elizabeth finalmente se giró, mirando a Ciel con ojos llenos de amor y confianza. Se acurrucó en sus brazos, su pequeña sonrisa derritiendo el corazón de Ciel.

Después de varias semanas, gracias a una investigación exhaustiva y la ayuda de Sebastian, lograron deshacer el hechizo. Elizabeth volvió a su edad normal, pero los momentos compartidos durante su tiempo como bebé habían profundizado su relación.

Una noche, mientras paseaban por el jardín de la mansión, Ciel se detuvo y tomó la mano de Elizabeth.

—Lizzy, durante todo este tiempo, he pensado mucho en ti. Eres más que mi prometida; eres la persona que ilumina mi vida —dijo Ciel, mirándola con una intensidad que nunca antes había mostrado.

Elizabeth, sorprendida y conmovida, sintió sus mejillas ruborizarse.

—Ciel… yo también te amo, siempre lo he hecho —respondió, con una sonrisa radiante.

Sin poder contenerse más, Ciel la atrajo hacia él y la besó con una pasión contenida durante tanto tiempo. Fue un beso lleno de amor, deseo y promesas de un futuro juntos.

Finalmente, su amor había superado todas las pruebas, y ambos sabían que, sin importar lo que el destino les deparara, siempre estarían juntos, enfrentando cualquier adversidad como la pareja que estaban destinados a ser.


Cuidar de bebes aveces puede ser difícil y fácil a la vez, pero con todo el amor, cariño y paciencia se puede todo :)

Cuidar de bebes aveces puede ser difícil y fácil a la vez, pero con todo el amor, cariño y paciencia se puede todo :)

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𝐄𝐍 𝐋𝐀 𝐎𝐒𝐂𝐔𝐑𝐈𝐃𝐀𝐃-𝐂𝐈𝐄𝐋𝐈𝐙𝐙𝐘-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora