3.- Cita 2

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JUN

Esa misma tarde, camino de un lado a otro por la acera. Miro el reloj.

Llega tarde, lo cual no debería sorprenderme. Beomgyu parece funcionar con un tipo de reloj distinto al del resto del mundo. Le había mandado a casa a la hora de comer, cuando nos despertamos de nuevo, para que pudiera cambiarse y reunirse conmigo aquí.

Oigo pasos y, al levantar la vista, sonrío al verle venir hacia mí cargado con una bolsa de viaje. Bajo un abrigo de lana azul marino con cuello alto, lleva unos pantalones ajustados, una camisa de cuadros azules y blancos y unas Converse blancas. Parece vivo y atrevido, con una gran sonrisa en la cara.

Miro mi propio atuendo de aburridos pantalones, camisa blanca, jersey azul marino de cuello de pico y aburridas botas marrones, y espero parecer alguien que pertenece a su entorno. Luego sacudo la cabeza. Si alguien debe estar con Beomgyu, soy yo. Sigo por dentro ante aquel pensamiento repentinamente seguro. ¿De dónde ha salido eso?

No tengo tiempo de preguntármelo, porque se acerca y me abraza, tirando la bolsa a la acera. Yo le devuelvo el abrazo. Su pelo aún está húmedo y las gruesas hebras huelen a fresa, que se mezcla con su colonia habitual, de modo que huele fresco y cálido. Durante un segundo sólo siento su cuerpo ágil y cálido contra mí, cada centímetro parece diseñado para fundirse con el mío. Entonces parpadeo y vuelvo a apartarlo.

Él es ajeno a mi estremecimiento interior. ¿Cómo podría no estarlo?

Al fin y al cabo, soy el idiota que le rechazó con tanta firmeza que se metió en la caja de la amistad y no volvió a salir. Frunzo el ceño. Sin embargo, seguro que es lo mejor. Puede que estuviera borracho, pero el razonamiento seguía siendo cuerdo y sólido. Es la única persona en mi vida a la que realmente le importo una mierda y así ha sido siempre.

¿Por qué arriesgaría eso por una relación efímera que termina en recriminaciones y humillación? Mi humillación. Así terminan todas mis relaciones.

Me mira con el ceño fruncido. —¿Estás bien?

Asiento inmediatamente. —Estoy bien, Gyu.

Mira hacia el exterior del edificio ante el que estamos. —El Hotel Corinthia. —Silba—. Te estás pasando, cariño.

Sonrío. —Lo estoy empujando tanto que corremos el riesgo de que se vaya a pique.

Se ríe. —Así que tus citas han consistido en un paseo por el parque y luego una delicia vespertina en un hotel de lujo. Jun, eres un viejo encanto.

Sacudo la cabeza y cojo mi bolsa, mientras él levanta la suya. —No vamos a parar para echar un polvo, —digo con altivez—. Tenemos otros planes. Mejores planes.

—¿Qué podría haber mejor que eso? —Trago saliva al pensarlo y doy gracias a quienquiera que me vigile por no poder verme la cara en ese momento. Me sigue obedientemente mientras me dirijo al mostrador y comienzo a registrarnos. Cuando termino y la mujer del mostrador, muy sonriente, me da nuestro número de habitación, le entregamos las maletas con la seguridad de que nos las llevarán directamente a la habitación. Entonces cojo a Beomgyu de la mano y lo remolco hacia fuera, levantando la mano para pedir un taxi.

—¿Adónde vamos ahora? —pregunta, cayendo en el taxi tras de mí.

—Bob Ricards.

—Que Dios te bendiga. —me rio—. Suena como una heladería, — reflexiona.

—Definitivamente no es eso, —murmuro, negándome a responder a todas sus preguntas durante el corto trayecto.

Cuando salimos del taxi en el Soho, se queda mirando el edificio con las ventanas grabadas con un ornamentado logotipo dorado y el elegante toldo azul y dorado.

Blind (Yeongyu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora