4.- Cita 3

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JUN

El hotel cuesta mucho dinero, pero podríamos estar alojados en un Travelodge por toda la atención que le préstamos. En lugar de eso, en cuanto estamos dentro de la habitación, inmovilizo a Beomgyu contra la pared y lo beso ferozmente. Él gime y me devuelve el beso, frotando su lengua contra la mía.

Lo hago girar y lo conduzco a ciegas en dirección a la cama, con mi boca aún pegada a la suya. Nunca antes había sentido esta urgencia que me enciende por dentro. Esta sensación poderosa y caliente de que moriré si no me meto dentro de él ahora mismo.

Aparto la boca y él refunfuña, persiguiéndola con la suya, pero niego con la cabeza. —Te necesito desnudo, —murmuro, sorprendido por la ronquera de mi voz. Agarro su camisa e intento desabrochar los botones, pero el temblor de mis manos me lo impide. Él intenta ayudarme, pero acaba estorbando mientras me arrastra el jersey hacia arriba y me lo quita, haciendo que mi pelo crepite por la electricidad estática. Sacudo la cabeza y, renunciando a su camisa, agarro los bordes y la arranco a la fuerza. Los botones saltan y resuenan para quedar olvidados en el suelo mientras pierdo la concentración y acabo volviendo a su boca, tomándola con un gruñido y deslizando mi lengua por la suya, frotando y lamiendo.

Al final, la necesidad de aire me empuja hacia atrás y agarro la parte delantera de sus pantalones, abrochando los botones para que se vean atisbos de algodón rojo como una pequeña burla. Sus propias manos están igual de ocupadas, tirando y tirando de mi camisa hasta quitármela y luego rasgando la abertura de mis pantalones.

Tiramos y rasgamos de la ropa que nos queda y nos contorsionamos hasta que nos quitamos los pantalones y los zapatos y le hago caer sobre la mullida cama, la única prenda que nos separa es su maravillosa ropa interior.

Le sigo rápidamente, empujando mi cara contra el lateral de su cuello e inhalando su aroma a cítricos picantes. —Hueles muy bien, — murmuro, apoyándome en los codos. Miro hacia abajo por su cuerpo liso, siguiendo las elegantes líneas de sus músculos, y mi mirada se posa en los ajustados calzoncillos rojos. Se ciñen amorosamente a él, pero no consiguen contener su erección, cuya punta asoma impúdicamente, con la cabeza roja resbaladiza de pre-semen.

Me agacho y acerco mi nariz a su ingle, inhalando su oscuro olor a tierra hasta que lo reconocería, aunque me vendaran los ojos.

—Dios, Jun, —susurra—. Nunca supe que serías así.

Levanto la cabeza. —Tampoco... —Me detengo y me aclaro la garganta—. Tampoco yo, amor.

Sus ojos se encienden y brillan con un tono marrón dorado en la habitación en penumbra al oír el cariñoso comentario. —Me gusta, —dice lentamente.

—Bien, —murmuro, agachándome y quitándole los calzoncillos. Me detengo a contemplar cómo está completamente desnudo. Ya lo había visto antes, pero nunca con los ojos de un amante que puede catalogar los surcos de su pelvis, la mata de vello púbico intensamente negro y la longitud de su polla. La tiene dura contra el vientre, una raíz delgada de color dorado oscuro, y yo me inclino y la lamo, reteniendo las gotas de pre-semen en la lengua antes de tragármelas. Sabe salado y tan bueno que me inclino hacia él, con la intención de chuparlo, pero su mano en mi hombro me lo impide.

Le miro interrogante y él niega con la cabeza. —Esta vez no, — murmura—. Te necesito ahora. —Le miró fijamente y su labio se ladea—. He esperado diez años para esto, Yeonjun mío, y no voy a esperar ni un segundo más. —Abre las piernas y las enrolla alrededor de mis caderas, empujando las plantas de sus pies sobre mis nalgas y forzándome hacia él hasta que ambos gritamos cuando nuestras pollas se encuentran.

Juro que se me ponen los ojos en blanco. —Oh, joder, Beomgyu, —gimo.

—Lo sé, amor, —me susurra al oído antes de acercar su boca y fijarla en la mía.

Blind (Yeongyu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora