En la isla de Capri , en la bahía de Nápoles , Lisa pasaba sus vacaciones con su abuelo en la casa de la playa.
Un día cuando tenía nueve años , conoció a una niña. Que a pesar de no volverla a ver , jamás le olvidó.
Jennie es una sirena. Que visit...
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Sentir un paraíso
Lisa peinaba el pelo de la castaña con delicadeza. Ambas sentadas en la cama con las piernas cruzadas.
La sirena mantenía los ojos cerrados relajándose con cada cepillado y cada beso en los hombros que su novia le daba
-Jen-habló la pelinegra
-Mm?
-Te gustaría que buceáramos juntas? Ya sabes en tu forma de sirena- preguntó tímidamente sin dejar de darle atención a su pelo
-De verdad quieres? - dijo girándose levemente
-Me encantaría-respondió sincera
Jennie se acercó más y se puso de frente , pasando sus piernas por encima de las suyas y cruzándolas detrás de Lisa
Agarró las mejillas de la más alta con sus pequeñas manos y juntó sus labios en un tierno beso
-Gracias -susurró
-Por qué?
-Por todo, por aceptarme tal y como soy
-Cómo no hacerlo? -respondió sonriendo-vamos?
La sirena asintió feliz
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Se dirigieron a una zona apartada y se alejaron bastante de la costa.
Lisa se terminaba de poner su neopreno y colocarse la bombona de oxígeno que había alquilado a Francesco antes de salir.
Pero escuchó un chapuzón en el agua y buscó a Jennie , pero la castaña no estaba , se asomó y no vio nada.
-Jennie? -llamó
De repente en el agua pudo ver una figura que le dejó sin habla. Jennie sonriente y en su forma de sirena movía su brillante cola azul de manera divertida
Lisa aseguró que jamás había visto algo tan hermoso como lo que estaba viendo. A sus ojos y corazón , la castaña era la persona más perfecta. En cualquier ámbito.
-No vienes? - Preguntó Jennie coquetamente , viendo como Lisa tenía la boca abierta. Eso le hizo reír.
La mayor asintió bobamente y bajó las escaleras del costado con cuidado. Y al llegar al último escalón de dejó caer hacia atrás.
Buscó a la chica en la superficie pero no la veía , y sintió como besaban su mejilla rápidamente.
-Hola- murmuró la menor
Lisa observó como la cola de la sirena rodeaba su cuerpo con cuidado y pudo notar amor y ternura en ese gesto.
Acercó su mano lentamente y tocó su escamosa piel con mucha delicadeza. Los rayos del sol reflejados en el agua hacían que el azul brillara aún más.