capítulo uno

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17 de julio, 2024

...

Las vacaciones de verano ya habían comenzado en junio, muchos adolescentes se la pasaban en la playa y viajando a otros lugares. Aunque otros, buscaban salir de la rutina.

—Ya vámonos, dijiste que iríamos a la plaza para tomar unos batidos de banana, no a allanar la tienda de la escuela.

—Ya deja de quejarte y ayúdame a quitar la reja —dijo el moreno mientras forcejeaba con la reja.

Suspiró —Ya déjalo, nos meterás en problemas y nos llevaran a la carcel por allanamiento —murmuró el pelinegro con un poco de inquietud.

—Eres un aguafiestas, ¿lo sabías? —murmuró mientras observaba al pelinegro.

—Pues lo siento, no es mi culpa ser realista —suspiró—. Ahora que lo pienso, no debería haber aceptado salir contigo.

El moreno comenzó a reírse en voz baja —Lo dices como si esto fuera una cita —aún forcejeando con la reja.

—Idiota. No quiero problemas, mejor volveré a casa para descansar —anunció mientras daba la espalda.

El moreno se enfadó con el pelinegro, al verlo irse dándole la espalda, pero aún así no le reprochó. Sin embargo, hizo algo un poco pasado de la raya.

Un sonido fuerte resono en el lugar, el pelinegro volteó rápidamente hacia el moreno al escuchar un cristal rompiéndose.

—¡¿Pero qué haces, idiota?!

—¡Corre!

Ambos salieron corriendo del lugar, nadie los perseguía, pero salieron de allí antes de que alguien los viera en el lugar. Luego de alejarse un par de cuadras, se detuvieron en la plaza a respirar después de tanto correr.

Agitado —Acaso —jadeó—. ¿Eres imbécil o qué? —exclamó el pelinegro con un tono molesto y agitado.

—Yo —jadeó—. Yo no soy ningún idiota, amigo —respondió el moreno mientras metía sus manos en su campera delgada—. Mira.

—¿Papitas fritas y una soda? —observó enfadado—. En serio, eres un idiota —le dijo mientras trataba de recuperar el aire.

—Cómelas si quieres —respondió mientras abría el paquete de papitas.

El pelinegro solo podía pensar en el cansancio que tenía y en los problemas en los que se había metido por culpa de su compañero.

—No, yo me iré a casa. No soporto tus estupideces.

El pelinegro se marchó dándole la espalda, mientras que el moreno comenzó a sentirse culpable.

—¡Jungkook, espera, lo siento! —levantó su voz pidiéndole disculpas para que el pelinegro lo escuchara—. ¡Jungkook, en serio, perdón!

El pelinegro solo lo ignoró, y el moreno solo podía culparse por ser tan inmaduro e imbécil. El pelinegro llego a su casa minutos despues y apenas pasó el marco de la puerta, cerró con fuerza la puerta y le puso seguro.

Luego se fue a su cuarto de arriba, tan agotado que ni siquiera se molestó en prepararse algo para comer, solo se fue a su cuarto y se encerró.

Su padre estaba en un viaje de trabajo desde hace una semana, así que estaba completamente solo. Comía a la hora que él quisiera y volvía a su casa cuando quisiera. Siempre que se sentía demasiado solo, salía a pasear por un parque lleno de árboles y arbustos, que le daban tranquilidad.

El pelinegro colocó un poco de música y cerró sus ojos para poder descansar. Minutos después de quedarse dormido, comenzó a soñar.

Se encontraba en un bosque en medio de una tormenta, miraba a su alrededor tratando de buscar un refugio de la lluvia y el viento. De un momento a otro vio algo metálico a lo lejos, se acercó un par de pasos para poder observar un poco mejor, pero en cuanto se acercó, un rayo cayó sobre la "cosa metálica" y inmediatamente se despertó asustado.

Estrella para Soñadores «Taekook»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora