Humano: Rompiendo el cascarón

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A pesar de que ya ha pasado toda la noche, aún sigo encadenado. Pude haber hecho algún avance en mi memoria, pero tras lo pasado, apenas y tengo ganas de respirar.

Unos aullidos apenas audibles han sustituido por completo los gritos desesperados de Dseda. Aunque no puedo evitarlo, eso tampoco me importa; ni siquiera el hecho de que se ha convertido en uno de nosotros; sólo quiero pensar en que ya no tengo ninguna pista para encontrar a Miranda. Lo que yo consideraba como una hermana, está más lejos de lo que imaginé.

Por fin, veo acercarse al mismo profesor que me había encadenado. Me quita las cadenas con tanta brusquedad, que pienso que mi muñeca vuelve a fracturarse. Me levanta jalándome del cabello e inmediatamente después me abofetea con el dorso de la mano
- No vuelvas a tocarme. Y tampoco te metas en asuntos que no te incumben, o el siguiente castigo que tendrás será acompañar al niño en su dolor
Vuelve a tomarme del cabello y extañamente, me conduce hasta la salida posterior.
Delante de la puerta, se encuentra una fila de niños esperando en silencio alguna orden. Antes de que el profesor me obligue a formarme, logro alcanzar a ver a Shepherd dentro de las primeras personas en la fila. ¿Qué está pasando?
- Según los registros, todos ustedes forman la última generación hasta ahora en el orfanato -Comienza a explicar una institutriz hasta delante de la fila- Algunos ya sabrán que eso significa nuevas responsabilidades y derechos. Robar pertenece a ambas cosas; y a partir de hoy empezarán a hacerlo. No tenemos tiempo para quienes se atrasen, así que aprendan rápido. Quiénes logren 3 huidas exitosas, se les concederá como siempre lo hemos hecho, el derecho de salir libremente del orfanato dentro del horario y reglas permitidas. Suerte a todos
Ella sonríe y como si eso fuera una señal, las puertas comienzan a abrirse lentamente junto con su sonido chirriante, como si hubieran pasado muchos años desde la última vez que fueron abiertas.

No recuerdo haber salido nunca del orfanato, exceptuando en el recuerdo que logré rememorar ayer; aunque no fue muy agradable que digamos.
Henry tampoco aprovechó esa oportunidad cuando fue su momento; sin embargo, fue porque a él nunca le había gustado salir. Decía que de alguna manera, se sentía como si encajaras con el resto de la humanidad hasta que te arrebataban la sensación de la manera más cruel que se podía.

Delante de nosotros, no hay un pueblo o una ciudad como esperaba. Más bien, existíamos alrededor de la arboleda seca. Sólo hay un senda construida por la misma tierra que lleva hasta algún lugar seguramente más peligroso que si tomáramos al azar un camino por los árboles.
Sobre aquél camino, hay estacionado un camión igual al que se llevó a Henry. El pánico se me sube a la cabeza e intento no demostrarlo a medida que avanzamos para entrar en la parte trasera.
No debería entrar en pánico. Si lo pienso, no existe la mínima posibilidad de que nos lleven a Casa. Los profesores e institutrices serán malvados, pero lo son debido a que tienen una obsesión con las reglas. Llevarnos a Casa no sería más que perder el tiempo y grandes oportunidades en este momento.

Dentro de la camioneta, todos estamos apretujados. Apenas y por una pequeña apertura, puedo ver cómo dejamos al orfanato atrás. No es físicamente como lo imaginé. No refleja la tortura que pasamos todos los días ahí dentro
- Pareciese que te quieres comportar como un humano
La inesperada voz de Shepherd suena cerca de mí. Unos instantes más tarde, ella parece hacerse caber entre los chicos hasta llegar a un lado mío. Sus ojos comienzan a ponerme nervioso
- Ni siquiera sabes cómo es un humano -Me defiendo- Además, no sé a qué te refieres. Sólo estoy viendo el camino
- Precisamente por eso te lo digo -Me responde- Dime quién más de aquí, está haciendo lo mismo que tú
Me detengo un momento para mirar a los demás y efectivamente tiene la razón. Todos, a excepción de nosotros, están mirando hacia al punto infinito que tienen enfrente; ya sea la nuca de alguien o uno de los costados metálicos del camión.
Un escalofrío sube por mi espalda. Sabía que había comenzado a cambiar, y por eso me dediqué a encubrirlo mejor, pero al parecer, ni con todos los esfuerzos, lograré algo que se hace en el orfanato con tanta naturalidad. Si vuelvo dejarme descubrir en un momento como éste...
- Lo estás haciendo otra vez -Shepherd me interrumpe de mis pensamientos-
- ¿Cómo lo sabes? Ahora realmente no estaba haciendo nada
- Eso no es verdad. Estabas pensando muy profundo; eso tampoco se hace muy a menudo por aquí
Cierro los ojos. ¿Hasta eso se nota?
- Pensaba en lo mucho que te ha de importar mi vida como para hacérmelo saber -Contraataco mintiendo- ¿Qué ganas con decírmelo? Pareciese que quien se está convirtiendo en humano eres tú
A pesar de que yo en su lugar me habría asombrado, Shepherd no parece siquiera inmutarse. Ella se toma su tiempo para responder. Su tono de voz tampoco expresa nada
- Estoy a un cuarto del camino -Es lo único que responde-
La conversación termina y durante los siguientes 30 minutos de camino, evitamos el cruce de miradas. Me imagino que si intercambiábamos una palabra más, terminaríamos en una mala posición en el tablero del juego.

El orfanato de los sin nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora