Capítulo siete

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Capítulo siete

Paz

Haberme comido un completo en un carrito equis de la calle fue una pésima idea.

Ayer, después de haber ido al cine a ver La Sirenita, (y además de habernos encontrado con el Alex), salí casi corriendo de la sala, llevándome a la Emi conmigo.

Lo que sucede con el Alex es lo siguiente: me siento mal por como lo he tratado pero, soy muy orgullosa para pedir disculpas.

Así que decidí tomar la decisión más fácil y cobarde: arrancar.

Obviamente me despedí de ellos, porque una no es maleducada, pero después de eso salí más rápido que el Rayo McQueen.

Y como tenía un hambre brutal, me comí un completo de un carrito y ahora estoy vomitando hasta lo que comí el año pasado.

—Cuantas veces te he dicho que no comai cualquier cuestión de la calle po, Paz — dice mi mamita, mientras me ayuda a acostarme en la cama.

—Pero no me reti po, mami — murmuro.

—No te estoy retando — me mira —, me preocupo por ti. Es distinto.

Acomodo mi cabeza en la almohada y cierro mis ojitos unos momentos:—Gracias, mami.

Ella se inclina y besa mi frente:—Descansa, porque si sigues mal te llevaré al consultorio.

Asiento, con mis ojos aún cerrados y luego de un momento, el sueño me gana.

ੈ✩‧₊˚

Alex

Han pasado como tres días del encuentro con la Paz y la Emilia en el cine. Pero lo peor de todo es que, la escena se me repite una y otra vez, apareciendo de la nada, lo cuál hace que mi humor no esté muy bueno.

Ahora estoy en la biblioteca porque tengo que terminar un trabajo que debo presentar el viernes. Además, me encontré con el Simón antes de venir y decidió acompañarme mientras él avanza en sus cosas.

Dejo de teclear en el computador, dándome un momento para estirar mis piernas y brazos, además de mover un poco el cuello.

Y en el momento en que mi vista va a la ventana, mis ojos siguen a la castaña mientras ella camina por el campus.

Su paso es lento e incluso un poco inestable, lo que hace que llame aún más mi atención.

Entrecierro mis ojos un poco y observo como la Paz se apoya en una muralla antes de seguir caminando.

—Voy al baño — le aviso al Simón, quien sólo asiente.

Bajo las escaleras de la biblioteca y una vez que salgo, mis ojos buscan a la Paz hasta que la encuentro.

Me acerco cuidadosamente a ella. Sus ojos están cerrados y puedo notar un poco de cansancio en su cara, al igual que la palidez.

Sus ojitos se abren un poco y yo aprovecho para acercame más:—¿Qué pasa, Paz?

Sus ojos me observan un poco antes de contestar:—Estoy un poco mareada — murmura.

Me acerco con cuidado en caso de que su mareo aumente.

—Tengo que ir a entregar este certificado — apunta al papel que lleva un su mano.

—¿Estuviste enferma? — pregunto.

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⏰ Última actualización: Sep 19 ⏰

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