Capítulo seis

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Capítulo seis

Alex

Como es sábado y no tengo mucho que hacer, tomo la guitarra y la conecto al amplificador, regulo el volumen y dejo que mis dedos se muevan por las cuerdas.

Aprendí a tocar la guitarra gracias a mi abuela. Ella me enseñó desde pequeño y siempre me gustó porque me hace sentir libre.

Al igual que con la música; mi amor por la cueca nació gracias a mis abuelos, ya que cuando los vi bailar cueca por primera vez cuando yo era pequeño, supe que era algo que quería practicar. Así que casi le rogué a mi mamá que me dejara ir a un grupo, hasta que mi abuela la convenció.

—Son las diez de la mañana, Alex — se queja la Feña —, quiero dormir.

La Feña es mi hermana chica de doce años y nos llevamos super bien. Pero hay veces en las que ella de verdad me quiere matar porque me gusta molestarla.

—Pero si le bajé el volumen po, Feña — le digo.

—Sabí que tengo super oído — contesta —. Bájale más.

—Ya oh — accedo.

Me da una sonrisa victoriosa y se da media vuelta para volver a su habitación.

Le bajo otro poco más al amplificador y dejo que mis dedos vuelvan a moverse a través de las cuerdas, dejándome sentir cada acorde por un par de minutos, hasta que la puerta se vuelve a abrir de golpe.

—¿Qué haremos hoy? — dice la Feña, sentándose en la cama.

—Pensaba que queríai dormir — la molesto.

—Sí pero ya estoy despierta y no puedo volver a dormir — se encoge de hombros —. ¿Qué haremos?

Cuelgo la guitarra:—¿Qué quieres hacer? — pregunto —. Espera, ¿no tení tarea que hacer o algo?

Ella niega con la cabeza:—La hice anoche — contesta.

—Qué responsable tú — la molesto.

—Siempre he sido más responsable que tú — me da una sonrisa divertida.

—Oye, yo si era responsable en el colegio — me defiendo.

—Mm sí, super — se ríe —. Yapo, ¿que haremos? — vuelve a preguntar —. Ya sé, vamos al cine.

Yo asiento:—Bueno. Pregúntale a la mamá si quiere ir con nosotros.

La Feña asiente y en cosa de segundos sale de la habitación para ir donde nuestra mamá.

Aprovecho de ordenar algunas cositas antes de bajar al comedor donde encuentro a mi mamá.

Me acerco a ella y beso su cabeza:—Buenos días — sonrío.

Ella me muestra una sonrisa:—Buenos días, hijo.

—¿Te dijo la Feña?

—¿Lo del cine? — yo asiento —. Sí me dijo, pero vayan ustedes nomas.

Me giro para mirarla con atención:—Mami, tienes que distraerte un poquito — la miro.

—Sí sé, Alex — concuerda —. Pero hoy no estoy con muchas ganas de salir, además no estaré solita porque vendrá la Karlita.

La tía Karlita es la mamá del Simón. Cuando yo entré a estudiar y me fui, ellas siempre siguieron en contacto ya que, siempre han sido bastante unidas, así que saber la tía estará con ella en la tardecita me relaja un poquito.

Bailemos un pie de cuecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora