Hades Winter, juego interesante. (EXTRA)

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Grace Coleman tenia la personalidad que encaja con la mía  a la perfección, sus ojos siempre me buscaban justo cuando yo no parecía mirarla, y mis ojos la buscaban justo cuando ella no me miraba. Almas gemelas, así decidí llamarlo. Las cámaras de vigilancia de mi oficina me dieron una reveladora grabación.

Me acomode en mi silla mientras reproducía la grabación de hace un par de horas, se veía a Grace caminando como una pantera; lento, atenta y con una cara que expresaba el éxtasi de su vida, la vi acercarse a mi silla, justamente en la que estoy sentado. Me enderece para observar con mas claridad la pantalla del computador, observando hipnotizado como Grace Coleman toma la chaqueta de mi traje, la huele, también huele mi asiento.

 ¿Esto debería perturbarme? ¿Debería asustarme? porque la verdad es que esta haciendo que mi miembro de endurezca a tal punto de lastimarme con el pantalón. Ahí se encuentra Grace, tocándose con mi chaqueta, sintiendo mi aroma en su piel, y yo deseando estar ahí para complacerla como se merece.

Doy un pequeño vistazo a mi alrededor, no viene nadie, pienso si es sensato hacerme algo de roce con mi mano, pero soy el jefe, en cualquier momento alguien puede tocar la puerta.

En la grabación Grace se alerta y se marcha, ahí me doy cuenta que yo mismo la interrumpí.

Ella se veía tan hermosa, seductora, naturalmente llamativa, y yo no pude estar ahí para hacerle saber que el fuego que siente en ese momento, también lo siento yo.

Aunque debo admitir que soy afortunado al descubrir que se postuló para ser mi asistente, es una chica ambiciosa y cuando quiere algo siempre busca la forma de tenerlo. Lo noté como una señal del universo. Es peligroso porque con ella quiero todo. Incluso ascenderla sin ningún motivo justificable, nadie tendría porqué cuestionarme, soy el puto jefe.

Las consecuencias de serlo también se ven reflejadas en visitas inesperadas de socias, como lo es la rubia Betwell. Fue una de las primeras socias mayoritarias de mi padre, ahora debo mantener la comunicación con todos.

Betwell entro en mi oficina como si se tratase de la suya, con una sonrisa algo perturbadora y exageradamente fingida me saludo.

—Bienvenido a Cronos, mi querido Winter, ¿Cómo estas?— se apoyo en el escritorio y apunto su mejilla en mi dirección. Yo solo extendí mi mano para saludarla como es debido.

Betwell se apeno un poco y tomo asiento en el sillón del frente.

—¿A que debo su visita? Señorita Betwell.

—Bueno, eres el nuevo CEO de Cronos, es mi deber hacerme presente para que me conozcas y sepas que te brindo mi sentido pésame— se coloca ambas manos en el pecho, como si me importara ver sus dos senos.— a decir verdad, nunca había entrado a la oficina del señor Winter, mira que increíble biblioteca personal.

En eso entra Grace, mi Grace, estoy incomodo por esta escena, necesito que Betwell se marche. Observo el disgusto de Grace al ver a Betwell en mi oficina, no quiero que piense que soy de esos hombres que caen por una rubia, yo estoy fielmente atado a Grace, aunque ella no lo sepa.

—Que increíble colección, tienes demasiados libros.— inquiere, con un excesivo tono de emoción.

—Señora Betwell, estoy algo ocupado. —confieso, observando a Grace como se esconde detrás de esos documentos que viene a traerme, esta apenada, y yo avergonzado. 

—Oh, no se preocupe, quiero recordarle que yo fui una socia mayoritaria importante junto con su padre, y ahora usted y yo trabajaremos juntos.—como si no lo supiera ya.

—Eso lo entiendo, pronto tendré una reunión con los socios mayoritarios, hay muchas cosas que van a cambiar, señora Betwell.—respondí seriamente.

—Ya deja de decirme señora, cariño, dime solo Carla.—con una sonrisa pícara.

Grace se marcho de la oficina, ahora tengo algo de preocupación, no quiero que se aleje, Carla coloca su mano encima de la mía, quizá para que la mire fijamente, pero yo la retiro sin dudar.

—Señor... Carla, podemos hablar en otro momento, junto con los otros socios.

—Yo pensaba en reunirnos de una forma más casual, quizá en el restaurante de mi padre...

—No tengo citas personales con socios,— me levante de mi escritorio— haré que mi asistente la llame para una reunión junto con los demás socios en lo que pueda. Feliz tarde.

Carla dejo caer sus cejas en un ceño bien fruncido, decepcionada por ser rechazada, supongo que no esperaba serlo luego de esos patéticos actos de desesperada ''seducción''. Quizá funciona con solteros desesperados, incluso con hombres casados que no tienen valores o sentido de lealtad, pero yo si conozco demasiado bien ese termino, sé lo que significa y lo hago valer. Grace no es mía, todavía, pero lo será y no pretendo serle infiel de ninguna manera.

Perversa obsesión. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora