1° hora. Incomodidad.

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Aitana

El silencio se habia instalado entre nosotros, era incómodo cuanto menos.

Sabía que había escuchado mi llamada, que había escuchado a Sebas.

No era raro que no quisiera escucharle, yo estaba a punto de hacer caso a mis instintos homicidas y matar a su novia un par de minutos antes.

Antes de quedarme encerrada allí con él, la persona a la que mas he querido y más he odiado. La persona que me hizo volverme loca de amor y de odio.

Le mire, el silencio comenzaba a pesarme más de lo normal, además de que extrañaba su voz, mis oídos me pedían a gritos volver a escucharle.

Las horas se acabarían y eso me daba más miedo incluso que quedarme allí, porque ya le necesitaba y no se habia ido.

- ¿Hace mucho calor por tu zona?

Luis me miro con una cara de "¿en serio?".

Si, yo tambien me sentia patética intentando hablar como si nos conociéramos, como si nunca nos hubieramos besado, como si nunca hubieramos sido el todo del otro.

- No, esta bien.

Sabía que se había mudado por las benditas redes sociales, esas que me permiten reabrirme heridas las veces que quiera.

Luis era una herida profunda y de las que nunca se curarian.

- ¿Que tal con el proximo disco?

Vale, ya entiendo porque Luis se había indignado tanto hace un par de segundos.

Me sentia indignada, después de tantos años que me viniera preguntando como un colega más me dolia y me jodia a partes iguales.

¿Por qué no era capaz de hablar con él de una forma normal?

Lo hemos sido todo y ahora no podemos ser nada, ni siquiera conocidos.

- Bien, la verdad.

Las palabras no querian salir, pero mis lagrimas amenazaban con hacerlo.

Esto estaba comenzando a ser muy duro.

Le mire y estaba mirando al suelo, no solía ser así, además guardaba la máxima distancia posible conmigo. Ninguna de las dos cosas me estaba gustando lo más mínimo.

- Luis - llame su atención, lo que hizo que me mirara, pero no dejo de jugar con sus pulseras que todavía llevaba, me acababa de dar cuenta, me quería morir de la ternura al verle jugar se los nervios - No quiero que nos hablemos como si fueramos dos desconocidos, si quieres preguntarme algo es el momento.

Me miro y por un momento me dedico una media sonrisa, que me hizo sonreír. Su felicidad siempre sería y será la mía.

- ¿Estas segura? - por Dios si me volvía a mirar asi no sería responsable de mis propios actos.

Luis en todas sus formas me resultaba la persona mas sexy del planeta, pero esa mirada de niño bueno que iba a hacer una trastada me hizo derretirme de pies a flequillo.

Solo asentí después de un rato, ya que me interrogante. Joder, se me iba a pasar el tiempo volando si seguíamos así.

- ¿Qué tal con Sebastián?

La verdad no me gusto nada la pregunta, pero me lo tenía completamente merecido.

¿Para que dire yo nada? Menuda bocazas que soy.

- Bien, ahora estamos bien.

Definitivamente esto estaba siendo incómodo y por eso vi a Luis reírse. Le odio.

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