5º hora. Tristeza.

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Aitana

Claro que me acordaba de todo, porque mi mente me llevaba a esos momentos constantemente, recordando cuando todo parecia tan simple, cuando parecia que los limites del mundo acababan en los bordes de su cama.

Y por supuesto que me acordaba de las tardes de lluvia en su casa, donde nos mirabamos complices, disfrutando de nuestro amor, disfrutando de nosotros como jámas había disfrutado de nada.

Sintiendo el calor del fuego, y ahora solo me quedaban las cenizas de un amor que traspaso toda barrera que quisimos ponernos.

Las series, los abrazos por el supuesto frío que eran una excusa para tenerle mas cerca, porque el frío luego no nos impedia quitarnos un par de capas de ropa.

Eran buenos tiempos, los tiempos en los que yo vivia en su pecho y no pensando en hacerlo desde el pecho de otro hombre.

Me sentia mal, por Sebastian y por mi propia persona, estaba sintiendo cosas muy profundas, y que desgraciadamente no sentía desde hace tiempo, ni con Miguel, ni con Sebastian, ni con nadie, porque eso lo sentia con Luis Cepeda, y él era único.

Para lo malo y para lo bueno, era único.

Yo podia buscar todo eso en otra persona, podia besar otros labios mil veces y acostarme con otros mil chicos más guapos y con más dinero, pero no sentiría ni una milésima de lo que sentía cuando sus ojos marrones se posaban sobre mi.

Jámas sentí tanto, ni lo haria, de una fuente que no tuviera ese nombre y apellido que disfrutaba tanto pronunciar, pero que era una palabra prohibida.

Pero cuando me pregunto si me acordaba de las tardes lluvias irremediablemente me acorde de la última, donde la lluvia no era lo único que caia, tambien un corazón que volaba lleno de esperanza y de ilusión, cayó al suelo y se rompió en pedacitos, con la mala suerte de que esta vez no tenía a mi gallego favorito dispuesto a reconstruirlo conmigo.

Ninguno de los dos eramos tontos, cuando solo existia una atraccion ya sabiamos que no podía ser, pero bueno, quizas si que eramos un poco tontos, porque cuando vimos las señales de peligro, como que ambos estabamos en pareja, ibamos a comenzar a ser figuras públicas, esos malditos 10 años... pues bueno, en vez de parar y bajarnos del coche, nosotros metimos la quinta marcha y nos fuimos sin frenos.

Como era natural, chocamos, nos pegamos una hostia que hasta a día de hoy, dolía.

- Si, me acuerdo - le dije a Luis, quien tambien comprendio a lo que me referia.

Como para olvidarme de esa noche.

- Nuestra primera discusión - dijo sonriendo, pero no era la de antes, era una triste que reflejaba todo el sufrimiento que ambos atravesamos despues de esa noche.

- Se ve que nos gusto, despúes de esa noche no pudimos parar... - intentaba controlar mi voz, pero estaba empezando a romperse, como mi corazón al recordar todos los gritos que solo eran teloneros de las lágrimas que llore.

Las lagrimas golpeaban con salir de nuevo, pero no iba a permitirlo, ahora estabamos bien, estabamos muy bien recordando las cosas buenas.

- Lo siento - su cara fue de sorpresa, su cara era de estar flipando en miles de colores, pero yo tenia que decir esto, no podia seguir aguantando este peso sobre mis hombros, pero él me interrumpio.

- Yo tambien lo siento, me comporte como un idiota.

Ahora era yo la sorprendida, estábamos diciendo lo que nuestros egos no nos dejaron años atrás. Jamás me imagine a Luis pidiendo perdón, pero allí estaba.

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