¿𝐄𝐧 𝐝ó𝐧𝐝𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐨𝐲?

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Mis ojos parpadean con dificultad mientras intento enfocar la habitación

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Mis ojos parpadean con dificultad mientras intento enfocar la habitación. El dolor me envuelve, como si cada extremidad de mi cuerpo estuviese siendo perforada por espinas. La verbena me ha debilitado demasiado, y la conciencia regresa lentamente, como un sueño pesado que se desvanece al amanecer.

La silla en la que estoy atada es fría y dura. Las cadenas muerden mis muñecas y tobillos, y mi mente lucha por recordar cómo llegué aquí. La última imagen que tengo es la de Aiden, su rostro lleno de dolor y rabia mientras me inyectaba la maldita verbena. ¿Por qué? ¿Por qué me impidió escapar?

La puerta se abre y Aiden entra a la enorme y vacía sala en la que me encuentro, sosteniendo un vaso de cristal lleno de sangre. Su mirada se encuentra con la mía, y puedo ver la preocupación en sus ojos. ¿Preocupación por mí?

Qué ridículo...

- ¿Dónde estamos? -mi voz suena ronca, apenas un susurro. Mi garganta está seca, y la necesidad de tomar sangre se hace cada vez más fuerte. Pero sé que es lo único que me mantendrá con vida. Y yo no sé si quiera vivir luego de esto.

- En una casa que compré hace unos meses, a las afueras del pueblo -responde Aiden, acercándose a mí. Su voz es suave, casi compasiva. Pero no puedo olvidar lo que hizo. No puedo olvidar que me arrebató mi identidad, mi familia- Bebe un poco, solo así te comenzarás a sentir mejor... -Acerca el vaso a mi boca-

- Prefiero morir antes que vivir como si nada hubiera pasado -digo con amargura. Mi corazón late con furia. ¿Cómo pudo hacerme esto?-

Él se enoja. Se acerca más, tomando mi mentón entre sus dedos. Algunos mechones de mi cabello caen sobre mi rostro, y él los aparta con delicadeza. Su cercanía me asusta y me enfurece al mismo tiempo.

- Todo lo que hice fue por tu bien, Spencer -susurra. Su perfume invade la poca distancia que nos separa, y cierro los ojos con fuerza. ¿Cómo puede justificar lo injustificable?

- Te odio -escupo las palabras, sintiendo la ira apoderándose dentro de mí. No puedo perdonarlo. No quiero perdonarlo.

Aiden levanta la mano para golpearme, pero algo en su expresión cambia. Se arrepiente. Le pega un puñetazo a la pared. Luego vuelve a donde yo estaba, se agacha, sus manos aferradas a mis piernas, y me mira a los ojos.

- Te contaré todo lo que sucedió el día en que mi hermano mayor te adoptó -dice. Su voz es un susurro, lleno de secretos y dolor. Y yo, atrapada en esta silla, no tengo más opción que escuchar.

Aunque anhelaba con todas mis fuerzas saber qué fue lo que pasó.

Ahí estábamos, él sentado en un sofá frente a mí, quien seguía atada a esta asquerosa silla

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Ahí estábamos, él sentado en un sofá frente a mí, quien seguía atada a esta asquerosa silla. Le pedí que me soltara, pero me ignoró. Es entendible, me lastimó y ahora no confía en mí.

Y yo tampoco confío en él.

- ¿Lista? -dijo mientras bebía un poco de sangre-

- Sólo apunta y dispara. ¿Quieres? -intenté acomodarme en el asiento- ¿Qué es lo peor que puede pasar? Podrías terminar de destruir mi alma. -me observa molesto- Ah no espera... eso ya lo hiciste en el momento que decidiste inyectarme verbena y traerme aquí. -digo con sarcasmo-

- ¿Quieres saber la verdad o no? -dice harto de la situación-

- Adelante, Aiden. No me queda de otra que escucharte, espero que esta vez hables con la verdad...

- Todo comenzó el 6 de octubre de 1924. Tú tenías 20 años y vivías la vida de una persona normal como cualquier humano... -soltó de la nada y yo me quedé congelada en mi lugar

Entonces... yo era humana.

𝕭𝖑𝖔𝖔𝖉 𝐌𝐨𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora