Capítulo 3

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Capítulo 3. Primer día de clases

La decisión de Carlos en abandonar el departamento de Max fue dos días después, para ser precisos, el domingo en la noche. El motivo se debía a que su computadora, mochila y demás cosas estaban en su departamento.

No supo si estar agradecido de que el lugar estuviese vacío. Hasta donde Sergio le había informado, el niño tuvo que ir a la casa de sus padres por una emergencia y volvería al departamento después de la escuela, algo que no le era relevante, pues tenía sus preocupaciones y problemas como para sumarle un niño que ingresaba a la universidad.

Carlos llegó hasta sentirse como acosador tras abrir la puerta de la habitación del niño por error y observar lo ordenado que era su compañero. Por alguna forma el estilo que su compañero de departamento tenía le indicaba que su personalidad era tranquila, y también ese estilo le causó ruido de otra forma que solamente alguien como él podía detectar al instante.

Dormir en un colchón fue la gloria para Carlos, Max también le proporcionó dicho artículo que estaba arrinconado en la habitación que supuestamente era para los invitados (sitio que jamás terminaba de arreglar, sino que cada vez parecía una bodega).

La alarma de su celular fue lo que despertó al madrileño, no tuvo tiempo para cuestionar la presencia del dispositivo cuando él lo había dejado en su casa, pero tampoco le costó tanto dar con que Max lo había llevado entre sus cosas.

El primer problema de Carlos siendo un estudiante universitario, pobre y sin tener conocimiento de la clase media, consistió en saber cuál era el autobús que lo llevaría a la universidad. Su solución fue esperar a Max y Sergio para ser ellos quienes le dieran esa valiosa lección sobre el transporte público.

La pareja se mostró paciente, en verdad paciente con el moreno, pues cada que se anunciaba cuál autobús estaba próximo a la parada, Carlos preguntaba si era el correcto.

Si ese fue el primer problema, el segundo llegó en cuanto bajó del autobús y todas las miradas de quienes lo conocían quedaron asombradas de verlo usar transporte público y que estas no le dejaban de seguir, mientras caminaba por el campus diciéndole a Max que había sido una experiencia grata, haber ido en un auto donde no se preocupaba por manejar para así poder mirar el camino, incluso el vehículo parecía detenerse para seguir observando en ciertos puntos.

—Carlos... —comenzó a decir el rubio—, el autobús hace paradas, por eso...

—¡Carlos!

Ambos miraron al frente del pasillo de donde un energético chico de estatura promedio se acercaba corriendo. Para el neerlandés eso significaba que la nula paz obtenida en la última semana ya estaba arruinada con la presencia del presidente estudiantil Lance Stroll. Solo faltaba que...

—Habrán paso novatos, los pronto a graduar debemos llegar a clases.

Bueno, sí, aún era pasable la presencia de Lance y la de Yuki, pero en verdad se golpearía de frente contra la pared si su primer día de clases apareciera en ese momento...

—¡Hello Everybody! ¡¿Me extrañaron simples mortales?! Mi sol naciente cada día estás más radiante, Lance, el castaño oscuros te sienta de maravilla, Carlos cada vez más guapo y mi neerlandés preferido... que bueno que sigas vivo.

Max debía de dejar de ilusionarse.

Ese desgraciado doncel inglés con aires de diva, ya comenzaba a gritar a los cuatro vientos su exagerada autoestima que emanaba hasta con su caminar. Carlos no lograba entender como Max y él habían entablado amistad con esos tres donceles, porque a lo largo de la licenciatura, de todos los conocidos y amigos, era más común reunirse con ellos tres que con los demás. Tal vez ese fue lo que a Max le hizo ganar puntos cuando comenzaba a tener citas con su novio. Nunca lo sabría.

Yo crezco, tú creces ‐ [Charlos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora