Yo crezco, tú creces ‐ [Charlos]

Capítulo 6

Capítulo 6. Fiesta de bienvenida pt 1

Uno de los peores besos son los de despedidas al terminar una relación, crean recuerdos melancólicos, aunque hay peores a ellos y son los forzados, claro que hay otros que entrarían en la clasificación, pero eso a Charles no le importa en absoluto, sino que, lo único que quiere es quitarse a ese chico de encima que parecía no querer soltarlo.

Nadie le ayudó en todo el tiempo que fue abusado de los labios por aquel tipo que ni conocía y apestaba a alcohol a morir. Lo poco que su mente podía arrojar era cómo llegar a la salida del salón lleno de lujos y jóvenes bailando por todos lados. 

No era la fiesta de graduación que pensó tener cuando decidió asistir. Su compañero de baile lo había abandonado cuando vio una escoba con falda y Charles solo deseaba irse a casa, pero lo había prometido a su mejor amigo y a sus padres, trataría de divertirse. Sin embargo, una hora después de estar sentado en un taburete y con varias botellas de sodas vacías, decidió que era el momento de irse, por lo que se puso de pie y justo en medio del camino fue casi tacleado por aquel desconocido que lo besó a la fuerza a la vez que lo manoseó hasta donde quiso.

En todo el trayecto a casa lloró y siguió llorando, siquiera se adentró a su hogar, sino que se quedó en la cochera llorando por cómo terminó la que se suponía ser un buen recuerdo de su época juvenil antes de la universidad.

Al día siguiente fue cuestionado por su madre sobre su experiencia en aquella fiesta, y él, tan solo se refugió en comer los panqueques y en el té de limón que le habían preparado.

—Fue inolvidable —respondió sin ánimos.

—¿Te divertiste?

Eso no pudo haberse llamado diversión, tampoco algo sano, sino que el pelinegro ya estaba traumado con lo sucedido, pero al no querer decepcionarla asintió escondiendo su mirada de su progenitora.

—Mamá ¿Ya han pensado en lo que les dije?

Las preguntas y curiosidades respecto a la noche anterior cesaron por parte de la mujer, mostrando ahora una mirada triste, porque le seguía siendo inconcebible que su pequeño retoño decidiera extender las alas a sus diecisiete años.

—Mi bebé...

—La universidad está muy lejos de casa. Lo mejor será que yo me mude a un departamento —dijo aun mirando su plato—. Podría preguntarle al tío Jules si tiene un lugar disponible en uno de sus edificios. Quiero ser independiente.

En el rostro de la fémina no existía rastros de alguno de los hoyuelos que la caracterizaba, tan solo hizo un puchero en queja, podría comportarse como la más centrada cuando se trataba de su hijo frente a su esposo, pero cuando era solamente ella y Charles, ella procuraba que el ojiverde siquiera se lastimara con el aire, su pequeño hijo era eso, un bebé que aún no debía abandonar el nido.

—Hablaremos de esto cuando tu padre regrese a casa —concluyó obteniendo un asentimiento— ¿Lando vendrá hoy?

Ese era otro problema, su mejor amigo no asistió a la fiesta de graduación, porque ese día Lando se fue de viaje a alguna parte de Japón, luego viajaría a China y a otro país que no recordaba. Lando regresaría antes de que iniciaran los cursos de nivelación y para eso faltaba un mes y medio aproximadamente. 

—Se fue de vacaciones.

—Entonces... ¿Qué harás en tus vacaciones? —cuestionó su madre cambiando su humor—. Podrías ir de visita con los abuelos.

—No —declinó—. Solo quisiera descansar y organizarme para la universidad.

—Charles —llamó ella en un tono cansado—. Solo disfruta tus vacaciones. Ve a Mónaco unas semanas, despéjate y regresa para hacer tus planes.