Capítulo 4

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Capítulo 4 "¿Por qué él?"

Fue la alarma de Charles lo que interrumpió aquel sueño en donde ya celebraba su graduación, rompiendo la emoción de recibir su título y más adormilado que despierto, el ojiverde tomó sus cosas para tomar una ducha e iniciar el día fresco como una lechuga.

No se preocupó por llevar los anteojos dado que consideraba haber conocido lo suficiente el lugar. En consecuencia, no pudo notar que la puerta de la habitación de su compañero se encontraba semi abierta, tampoco captó el conejo blanco con negro en el pasillo, mucho menos Charles se percató que las luces del pasillo aún estaban encendidas (porque todavía eran las seis de la mañana). Tan solo Charles abrió la puerta del baño en medio de un bostezo, y cuando abrió los ojos estos le mostraban de forma borrosa el cuerpo de su compañero con solo una toalla atada a la cadera, aparentemente cepillándose los dientes o al menos eso creyó, puesto que su falta de visión clara no ayudaba, sumado el hecho de que la cabeza del mayor estaba inclinada en el lavabo, imposibilitando la tarea a Charles de ver siquiera su cabello, al menos hasta que giró.

Carlos estaba en una pieza, totalmente sorprendido de ver al jovencito lindo del día anterior justo en el marco del baño del departamento, en pijama, con el cabello revuelto, sin aquellos espejuelos, con la toalla y ropa en las manos y... haciendo más pequeños sus ojitos verdes para enfocar mejor. El de Madrid debía admitir que, sin la presencia de los lentes, el chico era más bonito, pero tuvo que retroceder en sus pensamientos y centrarse en la razón de su presencia ahí, solo que, cuando la respuesta le golpeó en la cara, Carlos dejó caer el cepillo dental, rompiendo con los pensamientos de ambos.

El niño bonito de ojos verdes como esmeraldas no era nadie más que Charles, su roomie.

—L-lo siento. D-debí haber tocado.

Antes de que Carlos pudiera reaccionar, el pelinegro ya había salido del baño, cerrando la puerta en el proceso. Carlos observó el cepillo de dientes en el piso y tuvo otra cosa de qué lamentarse en su vida... y en su día.

Suspiró resignado y dejó salir sus pensamientos.

—Estoy jodido.

Los tres personajes en su vida resultaron ser una sola persona. Charles era Tiana, porque vivía como pobre; a su vez Charles era Charlotte, ya que el chico pertenecía a la clase alta y Carlos está muy seguro de ello, pero Charles también encarnaba a Evangeline para Carlos. Charles no estaba a su alcance, sumando el hecho de que el niño era ilegal, y el madrileño, a pesar de ser un fanático de closet de Disney, iba en contra de que las princesas fuesen ilegales en cuestión de su edad.

No tenía un hada madrina, tampoco un genio, menos a una bruja ciega que viviera en un bote encima de un árbol para hacer que la edad de Charles aumentara uno o dos años.

Pensar en ello lo hizo volver a suspirar.

"Estoy muy jodido."

En otra zona del departamento, Charles compartía ese último pensamiento, pero en diferente contexto. Tras colocarse los lentes frente al espejos, descubrió que sus mejillas continuaban teñidas de rojo y no parecía desvanecer pronto.

Charles había visto a su roomie desnudo de la cintura para arriba, y todavía tuvo el lujo de quedarse unos segundos más, en lugar de salir del baño inmediatamente y devolverle la privacidad. Los ojos verdes del pelinegro estuvieron más enfocados en la espalda del mayor que en su cabello, por lo que su impresión no era por descubrir la identidad de este, sino por verlo sin ropa.

"Creerá que soy un desvergonzado."

—Charles.

El toque en la puerta lo hizo dar un brinco del susto sumado al llamado de aquella voz no tan desconocida. Charles giró por inercia con la adrenalina corriendo por su cuerpo a la vez que su rostro intensificó el sonrojo.

Yo crezco, tú creces ‐ [Charlos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora