Capítulo 4

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Jeon, sentado en un moderno sofá de cuero negro, miró a su amigo mientras dejaba su teléfono sobre la mesa de cristal frente a ellos. La luz suave del atardecer se filtraba por las ventanas del loft, iluminando los bocetos y las telas dispersas por el estudio.

—¿Ya elegiste una modelo? Aunque el desfile no se haya realizado, debes escoger a una. Puedo sugerirte alguna si quieres —dijo su amigo, observando a su alrededor.

El diseñador suspiró, moviendo los lápices de diseño en su escritorio desordenado. La frustración era palpable en su voz.

—No quiero ver modelos sin carisma para desfilar mis diseños. Quiero que sean chicas con personalidad y naturales —afirmó, su voz firme pero cansada.

Jeon asintió, comprendiendo el peso de las palabras de su amigo. Tomó la carpeta de las manos del diseñador, hojeó rápidamente las fotos y la devolvió.

—¿Qué tal esa? Tiene una buena sonrisa y no parece estar operada —sugirió, señalando una fotografía en particular.

El diseñador, masticando lentamente un pedazo de pastel de chocolate, miró la foto con desdén.

—Yo la dibujé. Se veía muy egocéntrica —murmuró—. Su nombre es Iseul y, por lo que sé, va a casarse.

Jeon arqueó una ceja, curioso.

—¿Con quién?

El diseñador se encogió de hombros mientras continuaba empacando su maleta. A su alrededor, el estudio reflejaba la reciente agitación: rollos de tela por doquier, maniquíes con piezas a medio terminar y cajas de accesorios apiladas en un rincón.

—No tengo idea. El desfile fue cancelado por las protestas de las modelos, así que aprovecharé para volver a casa y abrazar a mi pequeña —dijo, su voz suavizándose al mencionar a su hija—. Deberías preparar también tus maletas. El vuelo sale a las seis y no voy a retrasarlo por ti —agregó, intentando ocultar su impaciencia.

—Ok, ok, te veo en media hora —respondió Jeon, levantándose y cerrando la puerta tras de sí con un suave clic.

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En Seúl, Namjoon miró a su hija dormida en sus brazos, su pequeña respiración rítmica y calmante. No pudo resistir quedarse a dormir junto a ella, especialmente después de ver la tristeza en sus ojos cuando le contó sobre el desfile cancelado. Con el permiso de Jimin y Yoongi, se acomodó en una silla junto a su cama.

Al día siguiente, Namjoon dejó a Minji en la escuela. El aire fresco de la mañana y el bullicio de Seúl lo acompañaron mientras se dirigía a la oficina. Se sumergió en su trabajo, intentando despejar su mente. Sin embargo, la llegada de Iseul rompió su concentración.

Iseul entró a la oficina con una sonrisa coqueta, moviendo sus caderas con una elegancia estudiada. Sus tacones resonaban en el suelo de mármol, y su perfume llenaba el aire. Todos en la oficina la miraron, menos Namjoon, que seguía concentrado en su computadora.

—¿Puedes mirarme? Me vestí bonita para ti y te perdoné por dejarme plantada en mi departamento. No sabes lo triste que estuve —dijo, con un tono que mezclaba reproche y súplica.

Namjoon levantó la vista brevemente, su expresión impasible.

—Minji no podía dormir, así que decidí quedarme. No tenía planeado dejarte sola —mintió, aunque su corazón latía con una mezcla de culpa y determinación.

Iseul frunció el ceño, su mirada intensa clavándose en Namjoon.

—Estás mintiendo, lo sé. Tu papel de padre cariñoso está comenzando a molestarme —exclamó, acercándose al escritorio—. Ahora ella es tu excusa perfecta. ¿Es que ya no me amas?

★彡『 Mɪ ᴏᴛʀᴏ ᴘᴀᴘá 』彡★ NamjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora