En la Isla de los Perdidos, Lizzie, la hija de la temida Reina Roja, ha crecido infundiendo temor. Sin embargo, su vida da un giro inesperado cuando el Príncipe Ben Bestia hace una oferta de redención para los hijos de los villanos.
Mientras la tens...
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🫖✨TOURNEY✨🫖
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Tan pronto como la clase de la Hada Madrina terminó, todos tomaron sus pertenencias y huyeron del aula en busca de algo para desayunar. Al haberse levantado tarde, ninguno tenía más que dulces y agua en el estómago. Lizzie, además del hambre, luchaba contra el sueño; las horas perdidas que pasó sobrepensando durante la noche le estaban cobrando factura, y ni siquiera era mediodía aún.
Ahora se encontraban caminando por los pasillos, siguiendo las instrucciones del espejo mágico y del mapa de Auradon Prep que la Hada Madrina les había dado para llegar al comedor matutino. Al parecer, en Auradon no comían siempre en el mismo lugar; tenían dos comedores: el comedor que usaban por las mañanas y por las noches en el edificio de alimentos, y la cafetería de los jardines donde servían el almuerzo, la comida y los snacks. Ciertamente, el grupo de amigos estaba sorprendido: tenían demasiados tiempos para comer. Carlos y Jay no podían estar más felices.
Después de una larga caminata, lograron llegar al comedor matutino. Al abrir las puertas, se quedaron boquiabiertos. Había un montón de ollas humeantes y azafates colocados en una fila de mesas ordenadas; podían divisar una torre de pastelillos al fondo. Tenían incluso dispensadores de leche, jugo de naranja, café... tantos olores deliciosos en un mismo lugar..
El comedor estaba desbordante de una impresionante variedad de alimentos: mesas llenas de frutas frescas, panes recién horneados, montones de pasteles y tartas.
—¡Esto es como un sueño! -exclamó Evie en voz baja para sus amigos- ¿Quién necesita tanto pan?
Evie fue la primera en romper el silencio, sus ojos abriéndose con asombro mientras incitaba a sus amigos a acercarse a las grandes mesas con comida. Jay y Carlos compartían miradas sonriéndose, Mal y Lizzie observaba la abundancia de platos sin poder creer que eso fuera real.
—Nunca he visto tanta comida en mi vida -dijo Jay, mientras su mirada se desplazaba de un lado a otro- ¿Enserio podemos comer cualquier cosa de estas?
