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Una semana después...

Taesan no comprendía ese interés que despertó en el sobre su vecino de al lado, aquel chico rubio y de ojos grandes, brillosos... Desde aquel raro pero agradable encuentro en la biblioteca se sintió con ganas de avanzar más, de poder hablarle más y conocerlo más, algo no muy normal de él y su filosofía.

Se encontraba sentado sobre la mesada que tenía en la cocina y que servía, en parte, como desayunador, miraba a su madre yendo de acá para allá. Había llegado a media mañana para traerle un par de víveres que según ella necesitaba para el mantenimiento de su hogar.
Alejando su mente de dicho rubio de pelo largo, se concentro, por primera vez, en lo que su madre le decía.

— Y este plumero de acá es para limpiar las ventanas o superficies así donde el polvo esta muy arriba y no alcanzas

—Mamá no creo que necesite 3 tipos de plumeros distintos para limpiar cada cosa, puede usar el mismo para todo

—... ¿Que tal si contratamos servicio de limpieza? No te tengo mucha fe hijo...

—Ey, ¿hace cuanto que vivo acá y este lugar sigue impecable? Eso es por que yo lo limpio a mi manera y me funciona.

—Lo que tú digas hijito. Mira traje algunas cosas de la cafetería– dijo su madre llevando una bolsa negra con margaritas pintadas en ella, sobre la mesada.

—Por fin, pensé que nunca ibas a sacar las cosas. El aroma me estaba torturando a mi y a mi estómago

Just cuando iba a agarrar unos Croissants rellenos de chocolate para comerlos, su madre le dio un suave golpe en la mano pero que igual resonó de manera fuerte.

—¿¡Y eso por qué!? Mamá, yo trabajo con estas manos, no puedes lastimarmelas.– taesan se llevó la mano golpeada a su pecho mientras miraba con recelo a su madre.

—Ni te pegue tan fuerte. Y esos de ahí no son para vos, ni tampoco estos pastelitos de limón.– taesan vio como su madre separaba las cosas que nombro, poniéndolas en una bolsita de plástico a parte.

— ¿Y para quien son? ¿Para el señor Lee? Mamá le vas a subir el colesterol al pobre hombre

—Claro que no, todas mis preparaciones son bien balanceadas, además a él le doy los postres bajos en azúcares... por si acaso.

—¿Entonces?

—Son para tu vecino, me lo he cruzado varias veces cuando venía hacía acá, se ve tan tierno y educado. ¿Por qué no te haces su amigo? Ya llevas viviendo bastante en este lugar y estoy segura que ni siquiera sabes su nombre

— Si lo sé, se llama Leehan– rubio para mi, pensó para si mismo– además va a la misma universidad que yo

—¡Mejor aún! tienen todas para hacerse amigos, deja de ser tan amargado y háblale

—Primero, no soy amargado y segundo, ya lo intente y no hay caso siempre se escapa cada vez que quiero hablarle.

Hubo un breve silencio en el que taesan, extrañado, subió la mirada hacía su madre que tenía en ella una expresión de asombro.

—¿Y ahora que te pasa?

—Nada es que me sorprende que quieras hablarle por voluntad propia y no porque yo te lo pida... Eso no pasaba desde que conociste a riwoo en tercer año de secundaria

—Haces ver como si fuera un antisocial Mamá, ya sabes que solo no quiero involucrarme con personas que no son necesarias para mi

—¿Entonces Leehan lo es?

𝘓𝘰𝘷𝘦 𝘈𝘨𝘢𝘪𝘯 • GongfourzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora