Capítulo 05

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El día estaba espantoso. Dos días de lluvia eran demasiado; no había nada de sol, todo estaba mojado y, para colmo, afectaba muy negativamente el humor de la detective.

Aún no habían atrapado al culpable de los dos homicidios. Habían llegado a un callejón sin salida, lo cual no ayudaba y empeoraba su humor aún más. El único lado positivo de la situación era que el asesino no había vuelto a hacer de las suyas, de momento.

Ahora estaban en la escena de otro homicidio, esperando a que llegara la forense.

—Esto ayudará —dijo Frost, acercándole un vaso de café—. ¿Maura no ha llegado?

Jane resopló y tomó un sorbo del café. Ya se había acostumbrado a escuchar a Frost y Korsak dirigirse a la forense por su nombre en vez de su título, como ella tenía que hacerlo. El intercambio que habían tenido una semana atrás en la casa de Maura no había cambiado las cosas.

—¿Por qué no entras? Los técnicos están ansiosos por empezar —preguntó Frost.

—Sabes que a Maura no le gusta que toquen nada hasta que ella haya examinado el cuerpo —refunfuñó, sosteniendo con más fuerza el paraguas al sentir que la lluvia caía con más intensidad—. La esperaré aquí.

Frost la miró de reojo, suspirando.

—Debe de estar a punto de llegar. Avisó que llegaría un poco más tarde.

Jane miró su reloj, frunciendo el ceño. No era normal que Maura llegara tarde. Era una de las cosas que había notado de la rubia.

—Estaré dentro de la casa, no quiero arruinar mis zapatos nuevos con esta lluvia.

La detective mantuvo su mirada sobre él hasta que desapareció dentro de la casa.

—¡García! —gritó.

El policía con un impermeable amarillo se volteó.

—Termina de cerrar el perímetro con la cinta, no quiero ningún vecino curioseando.

El hombre miró alrededor de la casa y luego al rostro serio de la detective. No veía la urgencia en cerrar el perímetro si, con la lluvia, apenas se veía algo. Pero estaba al tanto de que la morena no había estado de humor últimamente; había escuchado los rumores de que explotaba con cualquier cosa. Así que García se tragó sus comentarios y siguió las órdenes que le habían dado.

—Fred, ayúdame con esto.

Jane escuchó cómo García le pedía ayuda a su compañero. Sus pantalones comenzaban a mojarse y gruñó. Realmente estaba odiando esos días de lluvia. Resignada, abrió la puerta de su auto y cerró el paraguas, entrando con cuidado para no mojar el asiento. Su brazo se movió automáticamente y chequeó la hora por reflejo.

"¿Dónde estará Maura?" pensó, cerrando los ojos por unos instantes y escuchando la lluvia. No todo era malo después de todo; el sonido logró relajarla un poco.

Unos segundos después, abrió los ojos y bebió un poco más del café, saboreando el calor y el sabor al deslizarse por su garganta. Se sentía un poco decepcionada consigo misma. Confundida, frustrada y con otras emociones que no podía poner en palabras, en parte porque ni siquiera sabía qué era lo que estaba sintiendo. Maura seguía tratándola con frialdad. A veces parecía que las cosas iban mejorando entre ellas, pero de repente, volvían a cero.

Jane se mordió el labio para no soltar un grito de frustración. Sus ojos captaron el reflejo de unas luces en el espejo retrovisor. Dejó el vaso de café en el portavasos y giró su cuerpo en el asiento para ver quién había aparcado detrás de su auto.

Extrañas en la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora