Jane pestañó varías veces antes de sacudir la cabeza, intentando deshacerse del sueño que la invadía. Sostenía una revista en las manos e intentaba leer, pero solo veía fragmentos de palabras borrosas. Cerró la revista y tomó el móvil que yacía a su lado. Eran casi las 4:00 a.m. Con un suspiro se levantó y estiró los brazos mientras bostezaba. La noche había transcurrido sin problemas; Milo no se había despertado, y aunque Maura se había movido unos segundos hacía un par de horas, volvió a dormirse.
"Maura", pensó, dirigiendo la mirada hacia las escaleras que la llevarían a la habitación de la mujer.
Se estiró una vez más y rodeó el sofá, caminando hacia la cocina en busca de agua. Justo cuando estaba a punto de poner un pie en el primer escalón de la escalera, se detuvo y miró hacia el cuarto del niño. Sin pensarlo dos veces, se dirigió lentamente hacia él para asomarse por la puerta, asegurándose de que estuviera bien. Milo dormía plácidamente, aferrado a su manta. Jane no pudo evitar sonreír al notar el brillo de la placa que había dejado sobre la mesita de noche. Estaba segura de que Milo se llevaría una gran sorpresa al despertar.
Con el vaso en la mano, subió las escaleras, escuchando el crujir de la madera con cada paso. Al abrir la puerta de la habitación de Maura, sus ojos se abrieron de sorpresa al ver que la mujer movía un brazo, intentando incorporarse. Jane se apresuró hacia ella, dejando el vaso de agua junto al otro, vacío, sobre la mesita de noche.
-Te ayudo -susurró en el silencio de la habitación, ayudando a la rubia a sentarse en la cama. Maura la miró con una expresión de desconcierto.
-¿Jane?
La morena ahogó una carcajada al escuchar el tono desconcertado con que pronunció su nombre. Estaba segura de que la confusión en los ojos claros de Maura se debía a la fiebre y al hecho de que apenas podía mantener los ojos abiertos.
-Hicimos un trato, ¿recuerdas? Yo me quedaba para cuidar de ti, y así podrías dormir tranquila -le recordó.
-¿De mí? -Su tono hizo que Jane ladease la cabeza, curiosa-. De Milo. Lo que más importa es el bienestar de Milo -aclaró, mientras recogía su cabello dorado, apartándolo a un lado.
Jane sonrió discretamente. Si así quería verlo la mujer, ella seguiría el juego.
-Claro, pero no te preocupes por él. Está durmiendo como un angelito -dijo mientras humedecía un pañuelo.
-¿Qué haces? -preguntó con tono alarmado al sentir los largos y fríos dedos de Jane acunar su barbilla, haciendo que alzara la cabeza.
-Cumpliendo con mi parte del trato -murmuró, apenas audible, concentrada en lo que hacía a continuación: usó el pañuelo húmedo para limpiar el sudor de la frente de Maura. Sus ojos estaban fijos en la piel que limpiaba, tenían que estarlo. Sentía la mirada de Maura sobre ella, como si estudiara cada centímetro de su rostro, y estaba segura de que si sus miradas se cruzaban, sería su perdición. Pero ese no era el momento para eso. Lo que más deseaba en ese instante era que Maura se recuperara-. Te he traído un poco de agua. -Acercó el vaso, y Maura le agradeció con una sonrisa afable.
-Me siento mal por haberte hecho quedarte. ¿No has dormido nada? -preguntó antes de tomar otro sorbo de agua.
La confesión tomó por sorpresa a la morena, pero se recuperó rápidamente. Ya se había olvidado del sueño que sentía unos minutos antes.
-¿Cómo voy a cuidart... cuidar a Milo si duermo?
-Tienes que trabajar... -susurró Maura, sintiéndose culpable de haber privado a la detective de su sueño. Ella tenía dos días libres, pero Jane no.
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Extrañas en la noche
FanfictionPre-Serie AU. Jane y Maura se conocen en Nochevieja, y la conexión que sienten es tan profunda que el destino hará lo imposible por reunirlas nuevamente. Historia originalmente publicada en el 2014.