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La luz tenue de la mañana se filtra a través de las cortinas, iluminando suavemente la habitación desordenada de Hang. Me despierto lentamente, sintiendo la presión de su brazo alrededor de mi cintura. No es la primera vez que me encuentro en esta situación, y seguramente no será la última.
Nos conocimos en circunstancias menos que ideales, pero con el tiempo, hemos desarrollado una conexión que va más allá de nuestro trabajo, aunque sólo sea diversión. Él asesina como yo, estamos dentro del mismo mundo, sabemos lo que se siente al matar a alguien, sin embargo, somos diferentes en muchos otros aspectos.
Hang despierta y me dedica una sonrisa perezosa.
―Buenos días, Pierce. ―dice con voz ronca, su tono es bajo y profundo.
―Buenos días, Hang. ―respondo, mientras me levanto para buscar mi ropa esparcida por el suelo.
La habitación es un caos de sábanas revueltas y ropa tirada por doquier. Una lámpara de pie en la esquina proyecta una luz cálida, y hay un escritorio lleno de papeles desordenados y armas cuidadosamente colocadas. Una ventana ligeramente abierta deja entrar una brisa fresca, moviendo las cortinas de un lado a otro.
Hang se incorpora, revelando su complexión atlética. Su pelo oscuro está desordenado, y la barba de días le da un aire descuidado pero atractivo. Sus ojos oscuros, que siempre llevan una intensidad feroz, me siguen mientras recojo mi ropa.
No siento nada por él más allá del deseo físico; no hay espacio para el amor en nuestras vidas. Solo sexo casual, una distracción temporal de nuestras respectivas realidades diarias.
―¿Tan rápido te vas? ―pregunta, estirándose perezosamente. Sus músculos se tensan y relajan con cada movimiento, reflejando la fuerza.
―Debo hacer un par de cosas. ―respondo, tratando de mantener mi tono casual.
Asiente mientras no deja de observarme.
A veces siento que Hang tiene sentimientos hacia mí, de otra forma. Pero ya lo hemos hablado y lo ha negado, aunque no le creo al 100%.
―No te olvides de la fiesta de Poison. ―dice Hang, mientras larga un bostezo.
―Sí, allí estaré. ―respondo, esbozando una sonrisa confiada antes de salir de la habitación. Solo somos dos personas que encuentran consuelo en el caos del otro.
Salgo del edificio de Hang y me dirijo a mi apartamento para darme un baño y cambiarme. Mientras camino por las calles estrechas, siento una presencia extraña detrás de mí. Me detengo y miro discretamente a mi alrededor, pero no veo nada inusual. Sin embargo, mis sentidos están en alerta.
