El eco del disparo había resonado por toda la casa, y no pasó mucho tiempo antes de que la noticia del suicidio de Tomás Anderson llegara a los oídos del pequeño pueblo. La comunidad, que siempre había sido un lugar tranquilo, se vio sacudida por la tragedia.La oficial Martínez, que había estado en la escena del suicidio, se quedó atrás para supervisar la investigación inicial mientras el capitán Johnson se apresuraba a llegar. Con cada minuto que pasaba, la magnitud de lo ocurrido se hacía más evidente.
El capitán Johnson llegó a la casa de los Anderson. Las luces de las patrullas policiales iluminaban la calle, creando un contraste inquietante con la oscuridad de la noche. Johnson salió de su coche y caminó rápidamente hacia la entrada, donde la oficial Martínez lo esperaba con una expresión seria.
-Capitán Johnson -dijo Martínez, levantando la vista hacia él-. La situación es bastante complicada. Encontré esto en el baño junto a Tomás -añadió, entregándole un pequeño fajo de cartas manchadas de lágrimas y sangre.
Johnson tomó las cartas con cuidado, sintiendo el peso de las palabras que aún no había leído.
-¿Alguien más ha visto estas notas? -preguntó, su voz baja y grave.
Martínez negó con la cabeza.
-Me aseguré de que nadie más las viera. Pensé que sería mejor que usted las leyera primero.
El capitán asintió, agradecido por la discreción de su oficial. Abrió la primera carta, sus ojos recorriendo las palabras escritas apresuradamente por Tomás. A medida que leía, su expresión se volvió más grave. Las notas hablaban de la noche de la fiesta en casa de Diego y Laura, de la confusión, del miedo, y del terrible descubrimiento de que los primos estaban muertos.
Johnson sintió un nudo en el estómago. Sabía que esto era solo el comienzo de algo mucho más oscuro.
-Martínez, asegúrate de que la escena esté completamente asegurada. Nadie debe entrar ni salir hasta que terminemos aquí -ordenó, su voz firme.
Martínez asintió y se dirigió a supervisar a los demás agentes. Johnson, por su parte, continuó leyendo las cartas, cada palabra pintando una imagen más clara y perturbadora de lo que había sucedido.
Las cartas de Tomás no solo describían los eventos de esa noche, sino también su creciente desesperación. Hablaban de la presión, de la culpa y del miedo que había sentido desde entonces. La última carta, escrita con mano temblorosa, era una despedida amarga y llena de arrepentimiento.
Johnson guardó las cartas, consciente de que ahora tenía una responsabilidad mayor. El peso de la verdad que se revelaba en esas notas era abrumador, y la necesidad de manejar la situación con cuidado se hacía cada vez más evidente.
Johnson preparó para entrar a la casa. Con un suspiro, empujó la puerta y se adentró en la escena del crimen. La luz de su linterna barría la estancia, revelando el caos y la tragedia que había tenido lugar.
El baño estaba oscuro, el aroma a pólvora aún persistente en el aire. El cuerpo de Tomás, en el suelo, tenía la pistola aún en su mano. La escena era tan inquietante que Johnson se quedó por un momento, tratando de procesar la realidad de lo que estaba viendo. Las cosas dispersas, manchadas de sangre, eran un testimonio silencioso de los momentos finales de Tomás.
Johnson recorrió la habitación con la mirada, intentando reconstruir los últimos instantes de Tomás. Observó los golpes en las paredes, el charco de sangre en el suelo, y la forma en que la puerta estaba entreabierta, como si Tomás hubiera intentado escapar de la culpa que lo consumía.
Después de un rato, Johnson salió de la casa y se dirigió a su patrulla. Se sentó en el asiento del conductor, la noche aún envolviendo el vehículo con su manto oscuro. Sin quererlo, volvió a leer las cartas, cada palabra cargada de una tristeza y una desesperación que lo conmovían profundamente.
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NUESTRO SECRETO
Misterio / SuspensoEn un tranquilo pueblo, la vida de un grupo de amigos cambia drásticamente tras la misteriosa muerte de dos jóvenes, Diego y Laura, quienes eran primos. La tragedia ocurre en circunstancias sospechosas: un accidente inesperado durante una fiesta en...