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Una semana después, mientras el equipo de Karasuno disfrutaba de una tarde libre, Kageyama y Hinata decidieron ir a un café local para relajarse. El lugar estaba lleno de bullicio y risas, y el aroma del café se mezclaba con la música alegre que sonaba en el fondo.

Mientras estaban en la fila para hacer su pedido, se encontraron con Atsumu Miya, el famoso setter rival y antiguo conocido de Kageyama. Atsumu, con su habitual sonrisa confiada, se acercó para saludar.

—¡Vaya, si es Kageyama y su amigo Hinata! ¿Cómo están?

Kageyama asintió cortésmente, pero su expresión se volvió tensa. Atsumu, sin perder su sonrisa, comenzó a charlar animadamente con Hinata sobre los entrenamientos y sus habilidades en el voleibol.

—Hinata, he oído mucho sobre tu habilidad en los entrenamientos. Eres un gran jugador, sin duda. —dijo Atsumu, su tono amigable pero un tanto elogioso.

Hinata, aunque halagado, se mostró encantado por la conversación y respondió con entusiasmo. Sin embargo, Kageyama notó un cambio en su propio estado emocional. Cada sonrisa y cada palabra de Atsumu hacia Hinata le causaban una creciente incomodidad. La forma en que Hinata se reía y disfrutaba de la conversación le parecía excesiva.

Durante el resto de la conversación, Kageyama trató de mantenerse al margen, pero la incomodidad seguía creciendo. Finalmente, cuando Atsumu se despidió y se alejó, Kageyama no pudo evitar expresar sus sentimientos.

—¿Hinata? ¿Por qué estabas tan animado hablando con Atsumu? —preguntó, tratando de sonar casual pero con un dejo de posesión en su voz.

Hinata, sorprendido por la pregunta, se volvió hacia Kageyama.

—¿Celoso, Kageyama? No es nada de eso. Solo estaba disfrutando de la conversación. Atsumu siempre ha sido amigable conmigo.

Kageyama, sintiendo un remordimiento por su reacción pero sin poder ocultar la frustración, se cruzó de brazos.

—No es solo eso. Me molesta ver cómo te ríes y hablas con él de esa manera. ¿Acaso no te das cuenta de que también estoy aquí?

Hinata, con una expresión de comprensión y ternura, se acercó a Kageyama y le tomó la mano.

—Lo siento si te hice sentir así. No era mi intención. Solo estaba disfrutando de una conversación. No tienes nada de qué preocuparte.

Kageyama, aunque intentaba ocultar sus sentimientos, no pudo evitar sentir un alivio al escuchar las palabras de Hinata. La tensión se disolvió lentamente, y la conversación continuó, aunque el ambiente seguía cargado de una leve inquietud.

Entre el Voleibol y las EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora