3. JEON

27 5 0
                                    

Jungkook estaba en la puerta del salón de su hijo, viendo cómo el pequeño entraba y tomaba asiento en una de las mesas delanteras. Beomgyu dejó rápidamente su mochila amarilla con pines de panquecitos y galletas en su silla con cuidado y fue corriendo a la puerta de nuevo para despedirse de su papá.

—Te extrañaré, Papi.— dijo el pequeño con una sonrisa amplia. El brillo en sus ojos era inigualable.

—Regresaré por ti, ¿bien?— dijo el padre mientras se agachaba y abrazaba al pequeño para después dejarle un suave beso en la frente.

—¡Haré un dibujo sólo para ti!— el niño lo abrazó una vez más y se dirigió a su lugar. La maestra apareció en el umbral de la puerta, cerró y con una sonrisa despidió a los padres.

Jungkook se deleitó con la vista de su hijo. Sentía el orgullo nacer en su pecho. Beomgyu estaba en su silla, lucía concentrado mientras sacaba todos los materiales que tenía en su mochila. Era el único niño en su asiento mientras que los demás jugaban y corrían en la parte de atrás del salón, donde los juguetes eran guardados en una gran caja de plástico transparente.

Lo último que vio Jungkook antes de irse fue la sonrisa de su pequeño mientras dibujaba y su cara de concentración tan graciosa: sus ojos pequeños entrecerrados y sus cejas fruncidas, con la punta de su lengua de fuera.

«Mi pequeño bebé. Serás un gran hombre, algún día».

Ya en su coche, se puso en marcha rumbo a la empresa en la que trabajaba como director de arte. Sintió un terrible escalofrío que lo sacudió completamente desde la punta de los dedos de sus pies hasta el más pequeño de los vellos que poseía.

Jeon Jungkook, con 26 años y un pequeño de 4, había ganado su puesto en una de las empresas más emblemáticas de mercadotecnia en Corea. En 'Mind Arts' él era quien se encargaba de los diseños de los comerciales que la empresa producía e incluso, algunas veces en el diseño de los empaques en los que los productos eran entregados. Su nombre estaba empezando a ganar peso y honor.

—No es tiempo de enfermarse...— se dijo así mismo.

El trabajo y el peso de su puesto a veces hacía que se olvidara un poco de sí mismo y pescara un resfriado de vez en cuando. Con la época de frío e invierno llegando, ya esperaba una gripe estacional.

—Tengo que darle sus vitaminas a Beomie.

Unas cuadras antes de llegar al gran edificio que se encontraba en el centro de la ciudad una llamada entró en su teléfono. Rápidamente Jeon se colocó los auriculares de manos libres.

—Jeon— contestó.

—Jungkook, tu momento ha llegado, mis inversionistas quieren comerciales nuevos debido a la navidad, y yo tengo unos trabajos extras para ti, ¿ya tienes las ideas para este mes, verdad?— la voz grave del dueño de la empresa resonaba en sus oídos.

—Señor Kim Namjoon, claro que los tengo. Deme cinco minutos más, estoy en el estacionamiento.

—Jungkook, ¿cuántas veces tengo que decirte que puedes decirme Hyung? Llevas años trabajando en la empresa.

—¡Es que usted es tan importante! Es imposible que le diga hyung, Hyung.

La escandalosa risa del jefe lo contagió, haciendo que bajara del coche con una suave sonrisa mientras tomaba su saco azul marino y tomaba su teléfono del tablero del coche.

—Por eso eres uno de mis donsaengs favoritos. Estoy en tu oficina, date prisa.

Namjoon colgó. A pesar de tener una relación cercana, no dejaba de ser el jefe. Jeon notó la orden en su voz. Cuando estuvo en el ascensor ya eran las 8:45 de la mañana según su celular que estaba perfectamente sincronizado con su computadora de escritorio y al portátil. Gracias a eso, encontró los archivos que necesitaba. Los seleccionó y envió a otra aplicación. Sabía que su computador automáticamente los proyectaría en la ventana de su oficina. Él mismo se había dado la tarea de automatizar su trabajo, por lo que la mayoría de las cosas que tenía ya estaban conectadas entre sí, desde la puerta de su departamento hasta las ventanas de su oficina.

HEARTBEAT (JIKOOK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora