Maya
Días transcurrieron sin que volviera a verla, pero la nota persistía en mi mente como un eco insistente. Sentía una conexión desconocida con ella, como si fuera una pieza de un rompecabezas que aún no había encontrado su lugar.
Una noche, mientras caminaba por el campus, vi una figura femenina en la distancia. Era ella. Estaba de pie bajo una farola, con la luz iluminando su cabello oscuro. Me detuve, sin saber qué hacer.
Ella levantó la vista y nuestros ojos se encontraron. No dijo nada, solo me miró fijamente. Y entonces, desapareció en la oscuridad.
Me quedé allí, preguntándome si había sido solo una ilusión. Pero cuando llegué a la farola, encontré algo en el suelo. Era la nota, con una palabra añadida: 'Pronto'.La palabra 'pronto' me llenó de expectativa y curiosidad. ¿Qué iba a suceder pronto? ¿Y por qué me lo decía ella?
Pasaron los días y no sucedió nada, seguía viéndola en la biblioteca y en algunas clases, y de vez en cuando nuestras miradas se cruzaban, pero no volvimos a intercambiar palabras.
Una noche, recibí un paquete misterioso en mi buzón. No había remitente, solo un pequeño paquete envuelto en papel marrón. Lo abrí con cuidado y encontré un libro dentro.
Era un libro de poemas, con una dedicatoria escrita a mano: Para ti, cuando estés lista. Era lo misma que
escribió en la primera nota que me dió.Empecé a hojear el libro, y los poemas parecían hablar directamente a mi alma. Eran palabras de amor, de pérdida, de esperanza y de sueños. Me sentí como si estuviera leyendo mi propio diario.
De repente, una página se abrió sola, y encontré un poema que me hizo detenerme. Decía:En el momento en que te encuentres conmigo,
Sabrás que es el destino.
No te resistas, no te escondas,
Porque en ese momento, serás libre.Después de leer el libro de poemas me tire en mi cama sintiendome tontamente enamorada, sintiéndome totalmente tonta por no saber por qué me siento así, ni si quiera la conozco, ni si quiera sé su nombre. Deje el libro guardado en uno de mis cajones y me fui a dormir decidida a mañana hablarle de nuevo en la biblioteca.
Me dormí con facilidad, soñando con su sonrisa y sus ojos. Y cuando me desperté al día siguiente, me sentí renovada, lista para enfrentar el día.
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No soy invisible y tal vez existo
RomansaDos chicas que se admiran desde lejos, incapaces de hablarse y con miedo de romper la burbuja de idealización que hicieron sobre la otra.