Los Tres Mosqueteros.

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Con suerte, habían llegado al lago. Los lugares estaban infestados de estas personas que al parecer se les hacía llamar "ganados." los dos tuvieron que pelear un poco con un "par" de ganados más al llegar al lago. Hacía frío por esa zona, la niebla era densa y un escasa, pero dando aún ese sentimiento de misterio y confusión. Los árboles secos y la hierba a penas verde le daba al lugar vibras de un monte abandonado.

Estabas mirando el lago cristalino mientras Leon intentaba contactar a Hunnigan, hasta que unos golpes te asustaron, apuntando inmediatamente en dirección al sonido. Una casa.

Miraste a Leon para confirmar que él también lo había oído, ya que para escuchar aquellos ruidos agresivos no era necesario poner atención. Él también se había dado cuenta, dejando de lado sus intentos de contactar con la asistente.

Comenzaste a caminar cautelosamente hasta la casa de donde era provenientes aquellos misteriosos sonidos, que en su puerta principal había un candado, guardando lo que fuera que fuese lo que estaba ahí dentro haciendo tanto ruido.

Leon caminó también hacia la puerta, sin complicarse mucho la vida con aquel candado, dándole tres patadas fuertes hasta que se destruyó el mecanismo, abriendolo. Los dos entraron en silencio, mirando la casa vacía, pero los sonidos seguían, y cada vez más cerca.

Miraste un armario en ruinas que estaba tapando una puerta abierta, decidiendo moverlo, o intentarlo. Al ver como te estaba costando un poco el mover el armario, Leon se acercó, sin importarle que vieras como rodaba sus ojos. Al último momento, lograste moverlo lo suficiente para caber antes de que Leon ayudara.

Le hiciste una seña con la mano hacia la puerta, dejándolo pasar primero.

—Las mujeres primero

—Me parto.— Respondió éste con sarcasmo e ironía, pasando primero. Avanzó un poco mientras tú ibas detrás, sin pasar muchos segundos hasta que Leon sacara su arma y disparara de la nada. Al acercarte lo suficiente miraste que le había pegado un tiro a otro residente que estaba martilleando el suelo, clavando tablas de madera a él. Parecía que no era solo suelo, si no que había una trampilla que seguramente llevaba a un sótano.

Leon se acercó, dándole una patada al cadáver para quitarlo del camino y comenzar a intentar quitar las tablas.

—¿Para qué quieres ver lo que hay en un sótano..?

—Estaba protegiendo la zona con un candado, un armario y tablas. Algo debe haber ahí.—

Suspiraste, ayudándole un poco hasta que pudieron abrir la trampilla y comenzar a bajar por las escaleras que producían chirridos a base de cada paso de los dos individuos. Los dos encendieron su linterna, mirando el lugar oscuro, hasta que al doblar un pequeña esquina, vieron un saco que se movía. Era lo suficientemente grande como para que quepa una persona.

—No vas a abrir eso, ¿no? — preguntaste al ver como el hombre se acercaba más al saco, pero ya era muy tarde, ya lo estaba abriendo. Si él no estuviera entrenado y listo para atacar en cualquier momento, su curiosidad ya lo habría matado hace mucho tiempo.

Te acercaste un poco más, con sorpresa al ver que ahí estaba otro hombre. Cabello castaño y ondulado, largo. Una piel morena bronceada y amordazado. No se veía como los demás, como los ganado. Cuando Leon le quitó la cinta de la boca el hombre se quejó un poco.

—Eso duele, ¿sabes?—

Su acento español marcado en su inglés. Hablaba bien el inglés. No estaba 'infectado' por lo que esa cosa fuera.

—Parecía que querías hablar.— Le dijo Leon, burlándose un poco con un tono neutro y escéptico.

La mirada del castaño se dirigió hacia ti, mirándote de arriba a abajo con ojos encantadores, saludando con su cabeza un poco con una leve sonrisa un poco pícara.

Señorita.— Pronunció en español el hombre con un tono más interesado. —Uhm.. ¿Alguno tiene un cigarrillo?

-—Sólo chicle

—Esas cosas te van a matar.— Lo regañó Leon.

Te acercaste un poco más a la persona, comenzando a sacarlo del saco y desamarrarlo con un poco de ayuda de Leon. Se veía dudativo ante la idea de dejar al español suelto.

—Gracias, bella.

—¿Qué significa eso?— Preguntaste, mirando a Leon y al moreno, en busca de una traducción. Leon era el que sabia más español.

—Te está coqueteando.

—Estoy siendo un caballero.— El hombre corrigió a Leon, ya casi saliendo del saco por completo. Aquel castaño rió entre dientes, aunque su sonrisa encantadora no duró mucho, comenzando a removerse mientras una expresión de preocupación y miedo invadia sus facciones. —¡Joder! No este tío de nuevo...—

Tus ojos se movieron en la dirección hacia donde el hombre desconocido veía, dándote un susto al ver a un hombre gigante, una barba que parecía de vikingo y un sombrero. Sacaste tu arma al mismo tiempo que Leon, pero el hombre ya había tomado a Leon por el cuello y lo había tirado hacia el otro extremo del sótano, haciéndolo estrellar contra la pared de madera, dejándolo en el suelo aturdido.

—¡Mierda!—

Pegaste unos tiros hacia el hombre gigante. No había reacción. Parecía que las balas simplemente rebotaban en su piel, sin dañarlo. Ni un rasguño. Antes de que tu cerebro lo procesara, ya habías chocado contra la misma pared que Leon, cayendole encima. Éste solo gruñó del dolor, mientras intentaba también dispararle al gran hombre, aunque al ver que no lo dañaba en lo más mínimo, decidió ir por el plan B. No había plan B ni plan A. Él solo se movió para abrazarte y cubrirte con su cuerpo. Uno de los dos tenía que quedar vivo y completar la misión.

Cordero del sacrificio. Recibirás nuestro cuerpo más sagrado. Esto empieza ahora..—

Secrets| Leon S. Kennedy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora