CAPITULO 6: PRIMERA ROJA

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-¿Clare es tu novia?- preguntó el niño, que los había espiado desde el living.

-Claro que no, pequeño entrometido, ven aquí- y alzándolo le dijo- cepilla bien tus dientes y ya vete a la cama, yo iré luego y te leeré un cuento ¿de acuerdo?-

-De acuerdo- Cody subió corriendo las escaleras con dirección al baño, mientras Dark se disponía a terminar de ordenar algunos papeles; que aún quedaban dispersos sobre los muebles.

Luego subió a su habitación, se puso la pijama y fue al cuarto de su hermanito para leer el cuento prometido.

-Bien, ¿cuál quieres?- consultó señalando la pila de libros sobre la mesa de noche.

-Quiero el de los tres cerditos- dijo mientras se metía por debajo de las sábanas.

-Está bien- tomó el libro y se dispuso a leerlo. 

Poco a poco, el niño, empezó a cerrar sus ojos hasta quedar profundamente dormido. –Y el lobo feroz, salió gritando de la casa de los cerditos, dejándolos en paz para siempre. El fin.- susurrando, le dió un beso en su frente y salió de la habitación.

Se tiró sobre su cama, pero no lograba concebir el sueño, miles de preguntas daban vueltas en su cabeza, su padre seguía sin aparecer, no habían conseguido datos de ninguna camioneta negra, ni algún tipo de indicio sobre el asesino, encima ahora querían quitarle a Cody; todo parecía ir de mal en peor. Aún con la luz de la lámpara encendida, se sentó en el borde de la cama. Sentía que la habitación daba vueltas, hasta que su mirada se fijó en un baúl de fotografías viejas. Era extraño, porque este siempre había estado en la habitación de sus padres. Mamá lo debió haber movido allí ese día. Se acercó a él y lo abrió. Tomó el primer álbum de fotografías que había y lo recorrió una por una. Era de las vacaciones de México, cuando él tenía apenas 8 años, su primera vez en una playa; para él no existía lugar más hermoso, que aquel donde la arena choca contra la inmensidad del agua. Justo en ese momento, sintío un dolor, como si una aguja le hubiese atravesado el cranéo, soltó el album y se agarró la cabeza. Cuando de repente empezaron a venirle recuerdos borrosos. Eran de él en la playa, pero de pronto todo a su alredor parecía estar en llamas, y podía escuchar los gritos desesperados de una mujer -¡Ben, Ben, vuelve aquí!-. De repente su mente regresó al presente con a él arrodillado allí frente al baúl. No entendía nada de lo que acababa de pasar, pero fue solo unos pocos segundos por lo que no le dió mayor importancia.  

Volvió sus ojos al baúl, en busca un nuevo álbum, cuando una mancha roja, al fondo del baúl, entre medio de las fotografías; llamó su atención. Debajo de todas ellas, había un sobre, rojo, con su nombre escrito en él. Tenía un olor particular, un olor que, Darik podría jurar le era desconocido, pero sin embargo sabía que no era la primera vez que lo sentía.

Para: Darikson Hamilton, El corazón parecía latirle más rápido, mientras una sensación extrañamente aterradora se apoderó de él, tomó el sobre entre sus manos y lo rompió para leer su contenido.

 Hola Darik, me encantaría presentarme, aunque no me conoces, sin embargo no tienes de que preocuparte, lo harás pronto. Por otro lado, con certeza puedo decir, que yo sé absolutamente todo de ti. De hecho, quería que encontraras este sobre justo aquí, junto con todos tus preciados recuerdos familiares; para que no vayas a olvidar que toda esta vida, la que tus "padres" te han dado, no es más que un disfraz absurdo de todas las mentiras que te han metido en la cabeza por años y años. Sé que te lo preguntas, y no tengo porque ocultarlo, si querido, yo asesine a la zorra de tu madre y vaya que disfruté haciéndolo, lastimosamente llegaste más pronto de lo esperado asique no pude verla exhalar su último aliento. Pero tranquilo, ¿porque mejor no guardas tus las lágrimas para más tarde?, cuando te encuentres con toda la verdad, así sabrás de que estoy hablando, y es más talvez hasta vayas a agradecérmelo. Ambos sabemos que tu "madre" no era una santa... pero que aburrido sería si tengo que contarte todo por aquí; mejor deberías ir a preguntarle a tu padre. Oh cierto, él huyó. Ese hombre siempre fue un cobarde. No te preocupes cariño, yo si sé dónde está y, como soy tan amable, te lo diré. Búscalo en el 502 de W Hermine Blvd, San Antonio. Si acaso vas a cuestionar algo de lo que aquí escribo, ¿Por qué no vas primero a verlo tú mismo?, y luego debatiremos sobre tus problemas de confianza. 

En realidad, no tienes nada que perder. No trates de ir con la policía para interceptarme, ni hagas algo estúpido. Yo me entero de todo y créeme no querrás hacerme enojar. Debo despedirme, pero no te angusties, estaré en contacto nuevamente. Dejalé un saludo de mi parte a tu pequeño hermano. Nos estaremos viendo pronto.

Si ustedes hubiesen, podido ver el rostro de Darik en aquél momento, hubieran jurado que acababa de ver una entidad maligna. Palidez, lágrimas, sudor frío, las manos le temblaban, parecía al borde de un ataque de nervios. Analizándolo bien, tal vez él si estaba frente a una entidad maligna (en un sentido figurativo claramente... o talvez no), el posible asesino de su madre. No sabía qué hacer, estaba aterrado, no podía ir con la policía por las dudas sus amenazas fueran ciertas; y tampoco quería ir hasta Texas solo ¿y si acaso era una trampa? ¿como sabía que todo aquello era verdad? aparte ¿qué iba a hacer con Cody? Sintoóo                                        lpearon a la puerta de su habitación y el corazón se le sobresaltó, rápidamente tomó su trofeo de jugador del año y abrió la puerta. Para su tranquilidad, no era más que el pequeño Hamilton.

-Dios, Cody, me asustaste- dijo más aliviado- ¿qué sucede amigo?-

-Tengo miedo, no quiero dormir solo- pronunció entre imperceptibles sollozos

-Pues somos dos, ven pasa, ¿quieres dormir conmigo?- El pequeño asintió y arrastrando su dinosaurio rex por el piso, se subió a la cama. Dar no pudo dormir esa noche. Hasta el más mínimo ruido lo sobresaltaba, finalmente del cansancio, cayó rendido, al menos por unos minutos; antes de que sonara la alarma. Las 8am, ¿porque diablos puso la alarma a esta hora? se preguntó interiormente Dar; hasta que recordó que esa mañana, tenía que ir con Cris y J.J. a interrogar a sus vecinos. Solo que ahora tenían algo más grande que descubrir, quién escribió la carta y dónde estaba su padre. Después de todo, ninguno de ellos era policía, por lo que pensó que no debería haber problema. 

Estaba lleno de dudas acerca de lo que debía hacer, y aunque no estaba confiado de ir solo hasta San Antonio; en el fondo sabía que no podía desperdiciar la única pista que tenía.

CARTA ROJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora