SIGAMOS SUMANDO

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Mientras tanto, Omar, tras el encuentro con el soldado sionista, consiguió escapar y corrió de manera apresurada, con el único fin de que no le encuentren y le asesinen. Estuvo corriendo alrededor de veinte minutos, hasta que dió con una casita algo abandonada. Para su sorpresa, la casa no estaba del todo ''abandonada'' pues, al acercarse, se encontró con una melena rojiza y rebelde. A Omar le entró la curiosidad, por saber quién era esa chica misteriosa, así que llamó a la ventana y la misteriosa melena, dejó de ser visible para él.
– Omar ¡Hola, se que hay alguien ahí!
Omar entró a la casita y efectivamente, había una pequeña sombra del tamaño de un naranjo, que acechaba bajo una mesa polvorienta.

Esta pequeña sombra era Alina, una muchacha de pelo color azafrán, al ver al pequeño renacuajo empezó a llorar sin consuelo, por miedo a que le hiciese daño.

Omar, se acercó a ella con una sonrisa inocente y la niña al poco rato, empezó a calmarse.
–Omar  No te preocupes, no he venido a hacerte daño, es que me he cruzado con uno de esos soldados y de tanto correr, me he perdido. Alina, soltó una carcajada al ver como Omar se encontraba ''perdido'' y sonrojado por la situación.
–Omar ¿Qué haces aquí? ¿Dónde están tus padres? Hubo un pequeño y perturbador silencio por parte de la muchacha.
Alina: Esta es la casa en donde mi padre guarda la miel que recoge. He venido a probarla y llevo un rato buscando algún tarro que haya podido dejar.
–Omar  ¿Y tu madre?
Alina, al escuchar la pregunta, empezó a derramar lágrimas hasta el punto de no poder ver nada.
–Alina.  La verdad es que no lo sé, el ejército Israeli se la llevó arrastras y mi padre, al tener una salud muy delicada, no pudo retenerles. Llevamos más de un año sin saber nada de ella.
–Omar ¿La echas de menos, verdad?
–Alina  Sí, mamá antes de dormir, siempre me cantaba la nana de talaa lbadro, pero ahora que ya no la tengo, siento que no puedo dormir bien por las noches sin sentir su dulce y cálida mano sobre mi cabeza.
–Omar. ¿Tu padre cómo se encuentra?
–Alina. Desde que mamá se fue, una parte de mi padre se apagó, pero él siempre me dice que yo soy su otra parte,  y que si me apago yo, él no podrá vivir más.
Omar, triste estrechó la mano a Alina como muestra de afecto y respeto.
–Omar. Alina, ¿tú podrías ayudarme a encontrar el camino de vuelta?
–Alina. ¿Podrías ayudarme a encontrar miel?
Omar asintió con la cabeza.

Memorias del Oriente MedioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora