LO QUE LA MUERTE DEJÓ

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Todas las mañanas, Bilal se despertaba temprano antes de ponerse el alba para recoger agua de una charca, que se ubicaba en los valles más altos de la "Tierra Santa".
Traer agua era un reto para él, ya que el frío arrasaba con toda la población palestina, provocando muertes y enfermedades.
Congelaba todo, lo vivo y también lo muerto. Pero hasta el día de hoy, no ha conseguido congelar el corazón de Bilal. Porque en él viven sus padres, quienes le avivan con el recuerdo de sus muertes.

Conseguir saciarse gracias a ese "depósito", era un milagro. Ya que los cambios bruscos de temperatura, tanto las sequías como las heladas, obligaban a los palestinos a pasar temporadas de sed. Pero eso no es todo, el ejército sionista buscaba desesperadamente la forma de matar las ganas de vivir del pueblo palestino. Esto lo conseguían  llevándose el agua que recogían, de temporada en temporada. ¿O no era el agua lo más importante para los seres vivos?

Memorias del Oriente MedioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora