Confusión

12 4 68
                                    

Su gesto amable contrasta con mi sonrisa forzada. Realmente no lo recuerdo. En esa fiesta a la que fui pura y exclusivamente por Marcos saludé a un montón de gente y la verdad es que no me interesé por nadie. Habíamos discutido con Mar ese día, recuerdo, y casi que no iba. Pero él ya había aceptado las invitaciones y pagado, y bueno, él quería reunirse con sus ex compañeros y que yo estuviera ahí, de modo que fui. Después hubo una reconciliación interesante, pero esa es otra historia.

Con voz débil y la cabeza llena de recuerdos agridulces respondo con casi el salón vacío:

-Él falleció hacen dos años. Lo siento.

El hombre abre los ojos y traga saliva con pesar:

-No- no sabía nada. Mil disculpas...

-Está bien -respondo apresurada para que no se sienta culpable. -La verdad nadie espera algo así de alguien joven. No pasa nada.

Sí, era joven. Y una enfermedad de porquería lo consumió hasta hartarse. Siempre que escucho la palabra "cáncer" recuerdo ese cuadro famoso del pintor Goya, "Saturno devorando a su hijo". Así imagino a esa enfermedad, con esos ojos desorbitados, insaciable de vida.

-Qué bueno que estés estudiando. Se ve que sos una persona muy fuerte... Si necesitás ayuda con alguna materia, no dudes en pedirla a mí o a los profes. Yo no sé inglés, -sonríe -pero bueno, algo se puede hacer.

Su rostro amigable y su sonrisa me reconforta y también sonrío.

-Gracias... Me olvidé tu nombre.

-Diego, Diego Sastre.

Extiende la mano y lo saludo.

-Pleased to meet you, dicen por acá (encantada de conocerte). -contesto en broma.

Nos reímos y salimos del aula. Él va con el grupo hasta que llega a bedelía y se despide para luego ingresar ahí.

Voy caminando y logro ver a unos metros adelante a Adriano y las chicas. Se acerca una compañera de las grandes que también va a la terminal y me pregunta entre curiosa y preocupada.

-Che, alcancé a escuchar algo recién ¿Así que sos viuda?

La pregunta me cae mal, pero en el pueblo por lo general la gente es preguntona y estoy acostumbrada. Supongo que en este pueblo también puede que sean igual.

-Sí, soy viuda.

-¿Tenés más chicos? ¿Cómo hacés cuando venís acá?

Me preparo mentalmente apenas empieza con la pregunta porque por lo general después viene la intención de convencerme de que me estoy perdiendo de algo maravilloso, pero el "más" me descoloca.

-No, no tengo chicos —respondo con un poco de duda.

-Ah, pensé que Adriano era tu hijo por lo que siempre está con vos.

Oh my... God... Eso es... Too much... No puedo mirarla, solo respondo un poco cortante porque lo que dijo me descolocó completamente.

-No tengo hijos. Lo vengo diciendo hace dos semanas en las presentaciones encima.

Sí, lo último lo trato de decir gracioso y esfuerzo una sonrisa, pero a mis oídos llega más sarcástico que otra cosa. Aunque es en verdad lo que pienso. Ella se siente incómoda y no quiero eso, porque creo que lo dijo más por bocona que por mala mina. Y me da rabia que encima que me ofendo me sienta en la obligación de hacerla sentir comprendida.

-Vos contaste que tenías 3 hijos ¿Cómo se llaman?

Mi tono sale más calmo y le sonrío y la miro de a ratos. Ella se afloja y sonriente responde:

Las aventuras de AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora