Capítulo VII. Carta número 67

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Querida:

Eras mi refugio, mi lugar seguro. A ti podía recurrir cuando todo andaba mal. Yo sé lo que era para ti, era tu sonrisa después de un mal día. ¿Recuerdas como me decías aquello cada noche? Ahí estuve siempre, cada vez que necesitaste de mí.

Eras luz en mi oscuridad, y paz en mi caos. Eras la tranquilidad en la intranquilidad. Y ahora que no estás, todo se vino abajo, como un castillo de naipes. Me siento perdido y sin rumbo.

Soy vulnerable, quizás siempre lo fui, pero contigo me sentía fuerte. Tu presencia me daba la seguridad que necesitaba para enfrentar cualquier desafío. Sin ti, me siento expuesto y frágil.

Te extraño más de lo que puedo expresar con palabras. Quizás nunca logres dimensionar lo importante que fuiste para mí.

Cartas para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora