Capítulo 20: Isla para cuatro

1 0 0
                                    

Tino D.

Por cometer semejante estupidez estuve a punto de perder a Lucille, no quiero ni tan siquiera volver a imaginar un escenario como ese, por eso, aunque suene loco voy a pedirle esta misma noche que se case conmigo, no quiero correr más riesgos. Ha sido una larga condena estar sin ella todos estos días pero al parecer esta angustiante espera ha valido la pena.

Esta conmigo otra vez y agradezco infinitamente por haber logrado su perdón.

- De todas formas hubiese venido, no era necesario que enviaras a nadie y mucho menos para que intentara secuestrarme - ambos carcajeamos ante esa locura, junta sus labios con los míos dejándome extasiado con el sabor de sus besos - sabes que mi corazón siempre responderá a tu llamado de una u otra manera.

- Fue muy estúpido, lo sé - me encontraba desesperado y aunque la frase aquella de que el fin justifica los medios suene demasiado radical, aquella era mi única opción.

El capitán se aproxima hacia la embarcación para darme instrucciones antes de zarpar, dejo todo arreglado con él y luego regreso a cubierta.

- ¿Acaso iremos los dos solos? - se pregunta al declararle mis planes.

- Así es, tú y yo saldremos a mar abierto esta noche, ¿no te gusta la idea?

- ¿Sabes manejar tan siquiera uno de estos?

- Tome un curso rápido en estos días.

Pese a mi aclaración insiste en preocuparse.

- ¿Tienes licencia para hacer esto?

- Mi amor, no seas aguafiestas, soy Valentino Dalmazzi y si quiero puedo navegar un trasatlántico.

Un ligero golpe cae sobre mi brazo tras mi tan soberbia actitud. Comprendo perfectamente su miedo pero a decir verdad tengo cierta experiencia en esta clase de deportes acuáticos así que no era nada nuevo para mí.

- Tengo todo equipado para este fin de semana.

- Pero no traje nada para esos días, solo tome mi bolso al salir, no tengo ropa ni mis objetos personales - dice profundamente alarmada.

- Deja ya de preocuparte, de todos modos no vas a necesitar prenda alguna - me mira escandalizada por ser tan indiscreto.

Al menos mí disparatado comentario ha logrado calmar sus nervios y así decida por fin aventurarse junto a mí.

Dejamos de lado tanta charla y la invito a recorrer la totalidad de la cubierta antes de zarpar, terminamos besándonos frente al puerto por última vez.

Navegamos juntos hasta adentrarnos en el mar, al estar ya lejos de la bahía detengo la marcha, tengo que darme prisa y adelantarme para que aun no sospeche nada sobre mi propuesta.

- Deje algo en cubierta, ¿te importaría cuidar la cabina unos momentos? - nos despedimos con un beso y salgo inmediatamente para dejar todo en orden.

Termino de ultimar algunos detalles de la mesa y por fin logro sacar el anillo de su caja, lo miro detenidamente al ver reflejado en este un nuevo comienzo para los dos; empezaremos a escribir nuestra propia historia de ahora en adelante. Sirvo champagne en ambas copas y deposito el anillo en una de estas, dejo aquella sorpresa junto al buffet de platos fríos que ordene para esta ocasión, el toque caliente lo pondríamos después ella y yo.

Voy por ella y al regresar ambos observo como una pájaro picotea sobre la mesa, trato de ahuyentarlo y en mi intento solo logro que el animal salga volando y derribe las copas, la desesperación se apodera de mi al ver como el anillo rueda sobre el piso. Al llegar al tope de la barandilla detiene su curso evitando que caiga por la borda y eso alivia en algo mi acelerado corazón.

Mi Luna de Plata - PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora