Acto 37

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La gran universidad de Hong Kong, Ying-cora era conocida por su alto rendimiento académico. Contando con los mejores profesores del país, además de los alumnos más destacados a nivel nacional e internacional.

Hanako por el simple hecho de sus excelentísimas calificaciones ya podía estar ahí de desearlo, sin embargo, la familia Li, especialmente su matriarca, Yian Fa, quiso conseguirle no solo un lugar más que asegurado a esa prestigiosa universidad, sino también un espacio laboral en lo que deseara ejercer su profesión, con la excusa de que estuviera a su lado, algo que no fue en nada complicado, pues la influencia de los Li, como familia, como linaje, como asociación comerciante, simplemente era notoriedad. Y como resultado, consiguió absolutamente todo lo qué esa hermosa mujer de cabellos negros y ojos jade quería, sin lugar a dudas, la influencia de los Li era algo abrumadora.

Al principio, Hanako renuente no quería aceptarla, no quería sentir que le debía algo a alguien, sin embargo, algo en ella fue cambiando. La extrema convivencia con esa familia tan peculiar la hizo reconsiderar su extraña forma de mostrar afecto. Un tanto invasiva para ella, pero significativa para esa mujer.

En agosto fue cuando esa chica de ojos esmeraldas le dijo sus planes a ese hombre de uno ochenta de alto qué también era su novio, deseaba ingresar a esa prestigiosa escuela, aceptando la beca que Yian Fa había conseguido, deseaba estudiar algo totalmente diferente a lo que le había dicho, deseaba que una vez más ese castaño fuera su maestro, pero no quería volver a vivir el estrés de una relación a escondidas, así que le pidió hablar con el rector académico, y exponer con claridad su ya de por sí rara situación.

Llegaba esa chica de dieciocho años a la universidad Ying-cora en compañía de su novio de treinta años. Bastante nerviosa, bastante ansiosa, jadeaba profusamente esperando mitigar su abundante estrés naciente, la jovencita ingresa a la sala del director Lang. El hombre la veía y le hacía un gesto con su mano para que tomará asiento, sin embargo, ese rector no esperaba que alguien más aparte de la chica ingresará, miraba bastante confundido la situación, empero se mantuvo estoico, observando a esos dos, hasta el momento en el que la chica que le había pedido la audiencia hablaba.

—Profesor Lang, me presento con propiedad, soy Hanako Furukawa de nuevo ingreso. El motivo de está citación es simple, verá —suspira—, mi solicitud decía claramente que deseaba tomar la carrera de enfermería, sin embargo, he decidió cambiarla, sé que esto no supone ningún problema dado que el semestre técnicamente aún no ha empezado, pero aquí está el meollo de todo. Deseo tomar la carrera de docencia, específicamente la de matemáticas. El profesor Li aquí a mi lado, es —vuelve a suspirar hondamente—, mi novio. Él y yo tenemos una relación desde hace tiempo, dos años, pero quiero notificarle porque no quisiera sentir que otra vez quebrantamos las reglas.

—Señorita Furukawa, ¿Me está diciendo usted qué su relación empezó cuándo tenía dieciséis años?

—Es correcto profesor Lang.

—Li ¿Eh? —lo mira fijamente—. Sí, recuerdo perfectamente su currículum, inmaculable, y también recuerdo a su madre, la señora Li, difícil de ignorar y dar una negativa, sobre todo con la descomunal bonificación a la escuela, en su nombre señorita —vuelve la mirada a ella—. Está usted bien colocada socialmente —Sonríe—, no le veo algún inconveniente en que sean pareja, no sería la primera vez que sucede algo de éste estilo, aunque sí el primer caso que me notifica con anticipación. Solo sepan manejar esto con profesionalismo, la institución Ying-cora goza de una magnífica reputación, qué esperó siga así, señorita —la mira fijamente—, caballero —gira sus ojos a él—. Por mi parte es todo, buen día.

Esa chica no dijo más, hizo una reverencia y se retiró en compañía de aquel castaño, sonreía tímidamente, entendiendo qué quién tenía todo el crédito de esa prórroga había sido nada más y nada menos que aquella mujer de cabellos negros y ojos cómo los suyos. Los días continuaron y llegaba septiembre, su inicio de clases, la emoción de Hanako solo era comparada con la ilusión de volver los dos a verse con miradas coquetas y sonrisas tímidas en la escuela, recordándole a esa chica ese viejo sentimiento como cuando recién se habían conocido.

Di mi nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora