Capítulo 46: Esta y otras noches más

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Vasco D.

Continuo aquí junto a Alessia, aún estoy perturbado por todo lo que dice y hace. No encuentro explicación para el extraordinario don que posee una niña de 11 años.

- Tu nombre no es Alejandro, yo lo sé – dice mostrándose segura en cada una de sus palabras.

Me temo que esto repercuta en mis planes, por eso le pido que no comente nada de esto con nadie más.

- Estas en mi círculo visible ahora y no podrás irte hasta que esto termine.

Esparce una especie de incienso sobre la pequeña llamarada y esta arde dejando una estela de humo alrededor.

De pronto llega Tino y nos ve a ambos en aquella situación.

- Alessia, ¿Qué dijimos de las sesiones espiritistas en esta casa? – mira desde la puerta el desastre que hay en su habitación.

- Estoy a punto de lograrlo, ¿quieres unirte a nosotros?, con tu presencia será más fácil buscar a Victoria.

Suspira y niega con actitud pesimista, sin embargo viene a nosotros y se sienta en el círculo que conformamos Alessia y yo.

- ¿Qué hace? – digo en secreto al estar frente a frente.

- Ella cree que tiene el poder de hablar con los muertos, no la juzgo, desde que Victoria murió me prometió que la contactaría para despedirnos.

- Oye, eso es una estupidez, puede ser peligroso para ella.

- Solo es un juego de niños, cuando termine nos iremos.

Acepto y los tres nos tomamos de las manos, Alessia se interna en lo más profundo de sus pensamientos, repite el nombre y apellido de Victoria tres veces ordenándole que su espíritu aparezca. Por el rabillo del ojo veo como Tino la observa con cierta preocupación.

Repite la acción y en pocos segundos un par de velas se consumen instantáneamente dejándonos boquiabiertos.

- No es ella, Tino lo siento – su rostro se aflige al no haber logrado su cometido.

Una fuerte sacudida se apodera de su cuerpo y cae desmayada. Tino la sostiene para que no caiga al suelo.

- Es la última vez que haces este tipo de cosas, has entendido - le ordena con estricta imposición.

Tal vez, después de todo, no era un simple juego de niños. Y sí que esta niña era bien certera ya que aparentemente algo contacto en el más allá. A mi parecer su don le fue concedido como recompensa a la ceguera que su mellizo padecía desde el nacimiento.

- Solo estoy agotada, no deje entrar nada malo – expresa con cansancio.

- Aun así, no me importa, ¡deja en paz a Victoria!, ella ya descansa. Por favor, no la vuelvas a buscar.

Le asegura que será la última vez, Dios mío, ¡qué extraña es esta familia!

Tino la lleva a su habitación para que se acueste unos momentos hasta que alguien de la servidumbre se encargue de limpiar la pieza.

- Me habló también de Maurizio – digo al estar a solas después del alboroto ocasionado.

- Sí, yo también la he escuchado hablar de él. Al parecer tu abuelo no descansa en paz después de tantos años.

- No sabes lo frustrante que es eso – digo con pena al saber que nunca trascenderá de este mundo.

- Vamos a lograrlo, ya lo veras.

- Encontraste algo con esa mujer, ¿te dio alguna información de Ivette? – pregunto regresando al asunto principal de esta conversación.

Piensa en aquel encuentro y al recordarlo empieza a darme los detalles.

Mi Luna de Plata - PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora