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   Para cuando llegaron al bosque, las primeras luces del alba comenzaron a asomarse por el horizonte, y el bello arco que era la entrada, se iluminó con pequeños destellos aquí y allá.
   El aroma que los envolvió tan solo pisar ese lugar era de total frescura. Jamás habías respirado aire más puro que aquel.

   El joven se detuvo unos segundos antes de adentrarse completamente en el bosque. Le hubieras seguido pero un pequeño letrero, escrito con una letra desordenada, llamó tu atención. Rezaba: Bosque Kokiri.

Nunca habías visto algo tan, a falta de otra palabra, mágico. Aquel bosque estaba completamente vivo, podías sentir cómo cada ser que lo habitaba vivía en tal armonía que era una danza de música suave. Las pequeñas casas eran, en su mayoría, troncos gigantes de árbol ahuecados y acomodados para ser viviendas.

Poco a poco unos niños comenzaron a salir de aquí a allá, como si salieran de la vegetación misma, y todos vestían los mismos colores por lo que se mimetizaban bien.

Pero tú sabías que ellos no eran niños. Habían leyendas, relatos que hablaban de los Kokiri: unos seres mágicos incapaces de crecer físicamente pero dotados de la suficiente magia para poder adaptarse a su entorno. Cada uno de ellos era acompañado por un pequeño punto brillante volador.

Link simplemente los ignoró y comenzó a caminar más rápido, resultando en ti trotando detrás de él, queriendo detenerte para poder saber más de aquel lugar.

Pasaron un estrecho pasillo de paredes de tierra y vides hasta el final donde se abría paso un gran campo verde con un gigantesco, pero deteriorado árbol en el centro. Si lo mirabas con detenimiento, en su tronco tenia un rostro lleno de arrugas... eso parecía. Justo frente a este había un otro árbol mucho más pequeño. Su tronco era de un color claro y sus hojas, verdes y vivaces, daban la sensación de que danzaban con el suave aire del bosque. Tu acompañante se aceró, y se arrodilló frente al segundo árbol, tú permaneciste varios metros más atrás.
No podías ver que era lo que pasaba, pero el muchacho permaneció un largo momento en esa posición, dando fugaces miradas de vez en cuando. Una vez se puso de pie, caminó en dirección tuya.

   —Podremos descansar aquí por hoy—Dijo mirando por encima de tu hombro.

   Al darte vuelta, notaste que aquellos niños los habían seguido de cerca con sus miradas curiosas.

   —Vámonos.—Link puso su mano en tu espalda, obligándote a caminar.

   Volvieron al mismo lugar de antes y se dirigieron a un tronco que quedaba a la izquierda del pequeño bosque. Subieron las rústicas escaleras hechas de madera y se adentraron a una pequeña casa del árbol, con cada mueble hecho a mano, cuidadosamente decorado con una que otra colorida artesanía. Una mesa, hecha de un tronco pequeño, y una cama, también hecha de un tronco. Pero todo era demasiado pequeño para ustedes. Un poco más y tenían que andar inclinados para no chocar con el techo.

   —Espérame aquí. —El joven salió, dejándote completamente sola.

   Cuando Link llegó al final de esas escaleras, suspiró hondo. No pensaba volver a pisar ese lugar, que ahora era tan extraño para él, en mucho tiempo. Se había largado de ahí cuando tuvo la oportunidad, cuando la única amiga que le quedaba lo abandonó sin decir una palabra. Todos lo miraban, algunos susurraban que había vuelto tan pronto por que no pudo soportar el mundo exterior, y fue en ese momento en que se marchó.
   Sabía que no tenían la culpa. Para ellos tan sólo había pasado una semana, pero para él fueron años de su vida.

   Caminó hasta el pequeño mercado, saludó al Kokiri que lo regentaba,compró un frasco de medicina y volvió lo más rápido que pudo, solo para encontrarte a los pies de su casa, rodeada de Kokiris que no paraban de hacerte preguntas.

Héroe (LinkxReader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora