Capítulo 17: Dar valor a cada vida.

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Del otro lado de la muralla, la Capitana Rivaille continuaba su incansable búsqueda de sobrevivientes. A pesar de sus esfuerzos, no había encontrado ningún rastro de Hange ni de su escuadrón, lo que incrementaba su desesperación con cada minuto que pasaba. El lugar estaba desolado; la zona del desastre, cubierta de escombros, cenizas y humo, parecía un cuadro de desesperanza. Sin embargo, ella se aferraba a un hilo de fé, confiando en que su amiga y sus subordinados estuvieran a salvo en algún rincón aún no explorado.

Decidida a no rendirse, se adentró en las áreas donde el fuego aún consumía lo que quedaba de los edificios. El humo negro se cernía sobre ella como una sombra ominosa, invadiendo sus pulmones y provocándole una tos incesante. Protegiéndose la nariz y la boca con la tela de su capa, se dispuso a recorrer cada rincón en ruinas.

En medio del caos y la devastación, una figura emergió de un antiguo pozo de agua construido en piedra. Al reconocer a la soldado de lentes, sintió un alivio abrumador.

—¡Hange!

La Capitana aterrizó con su Equipo de Maniobras y corrió hacia ella con desesperación.

—¿Estás herida? Déjame ver.

La castaña parecía estar físicamente intacta, pero la explosión había destrozado el cristal derecho de sus gafas y con él, su ojo izquierdo. Miraba a su alrededor con un único ojo funcional, buscando algún indicio de su escuadrón o del hombre que le había salvado la vida. Pero no había nada; solo el vacío dejado por el fuego voraz.

Las lágrimas comenzaron a brotar de su único ojo sano.

—¿Qué ocurrió? —preguntó la pelirroja, viendo la angustia reflejada en su rostro.

—Moblit… —La voz de la sargento temblaba al pronunciar su nombre. —Él me empujó para salvarme… y ahora… está…—Las palabras se disolvían en un mar de dolor.

Claro… típico de Moblit”, pensó Rivaille con pesar. No le sorprendía tal sacrificio. El soldado quería a Hange más que a su propia vida, hasta el punto de entregarla para protegerla.

—Lo siento tanto… —susurró con una voz quebrada por la tristeza. Anhelaba poder hacer más para consolar a su amiga, pero entendía que Moblit era una parte esencial de su mundo. Ellos eran inseparables, unidos por su amor por la ciencia y sus interminables horas de trabajo conjunto. La presencia de ese hombre era un pilar en la vida de Hange, y su ausencia sería un vacío imposible de llenar.

La Capitana se dispuso a examinar el daño donde una vez estuvo el ojo de su amiga, y con delicadeza, comenzó a limpiar la sangre con un extremo de su capa. Una vez que la castaña recuperó algo de calma, le ofreció su apoyo para levantarse.

—Vamos. Aún debemos buscar a los chicos —dijo, su tono uno de determinación y esperanza, un recordatorio de que, mientras hubiera vida, la lucha continuaría.

~

Los soldados de la Legión se enfrentaron a la aniquilación a manos del Titán Bestia. El arriesgado plan de Erwin había surtido efecto, permitiendo a Levi acercarse lo suficiente al enemigo para enfrentarse al gigantesco simio. Con una furia incontenible, el Ackerman desató un vendaval de cortes, mutilando las extremidades de la bestia y descargando su ira en cada estocada. Tras un último y decisivo corte, el portador fue expulsado del núcleo del titán, gravemente herido y a merced del Capitán.

El Ackerman contempló al hombre herido, pensando que matarlo sería un desperdicio. En su mente, el suero de titán podría ser la clave para salvar a un camarada caído, específicamente a Erwin. Sin embargo, sus planes se desmoronaron cuando un Titán Cuadrúpedo rescató al portador, llevándoselo entre sus fauces a un refugio seguro. Frustrado y herido por no haber cumplido su promesa, el pelinegro exterminó a los titanes restantes y los persiguió, decidido a acabar con su objetivo.

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⏰ Última actualización: Oct 13 ⏰

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Zoey Rivaille - Shingeki No KyojinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora