Capítulo 8

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Amelia

Soy capaz observar la intensidad de los ojos dorados de Margot y casi ver cómo procesa todo lo que le había contado e hice.

Mis manos estaban apoyadas en el pasto.

Y siguen así, solo que Margot extiende un brazo y de repente, siento la suavidad de su mano sobre la mía. Aquello provoca un cosquilleo y nervios que ni con Damián había sentido.

-Amelia, yo... Lo siento mucho que haya sido así. Pero no te castigues por haberle hecho caso. Digo, eres humana. Solo fue un error, lo que importa es que luego te diste cuenta.

¿Escuchaste? Dice que no es tu culpa. Que él fue el que estuvo mal, porque te manipuló.

-Gracias, Margot. De verdad, para mi es importante lo que dices.

-No hay de que.

Responde con una sonrisita.

-Dime...-intento disimular lo que siento- ¿tu tienes algo más para decir?

-¿Sobre?

-Tu ex.

La sonrisa titubea, pero habla.

-Eh... se llama Camila. Ella...

<< Tenia que mudarse por problemas familiares. Me lo dijo el año pasado y me pregunto si quería continuar la relación.
Yo conteste que sí, con tal de estar con ella. Pero en el verano se fue. Desde ese momento, pensé que jamás volvería a estar completamente bien.
Y talvez ahora no soy la persona más feliz del universo, pero estoy mejorando.
Y puedo asegurarte que tu también lo harás, Amelia.>>

En algún momento, me atrevo a bajar la mirada.

Hasta donde arriba de mi mano, esta la suya, que tiene las uñas pintadas de negro.

Incluyendo la interposición de mis pulseras coloridas y sus anillos de plata con piedras oscuras.

Error, supongo.

Porque Margot sigue la dirección de mi mirada y al darse cuenta, aparta su mano de la mía.

De repente siento mi mano más fría y pesada que nunca. Como si la hubiese cubierto una montaña de nieve.

Y un pinchazo en el pecho. Eso que la conozco desde hace unos días.

Lo malinterpretó.

-¿Seguimos con el tema nuevo? -Saca unas hojas de su mochila con una mano- Tengo unos...

Esto no puede quedar así.

Mis movimientos hacen que deje la frase en el aire.

Me siento de rodillas y acercándome a ella, la rodeo con mis brazos por arriba y apoyo mi mentón en su hombro.

Al principio, Margot no sabe como reaccionar pero termina dejando las hojas a un lado y me sigue el abrazo.

Rodeándome la cintura con sus brazos.

Eso hace que el cosquilleo vuelva a aparecer.

Y es agradable.

En realidad, todo en ella es jodidamente agradable.

Margot

Resumidamente, estoy sentada en un sillón, dibujando y pintando desde la vista de una ventana abierta, una noche estrellada. Y la luna en un costado, mientras pienso en Amelia.

Específicamente, la ventana tiene cortinas largas a un lado, de color azul oscuro para que combinen con la oscuridad de la noche. Y lo que pienso es en lo...apreciable mujer que es Amelia.

También en lo que se atrevió a confesarme, en lo que yo le admití posteriormente y en el abrazo.

Levanto la vista del dibujo al oír unos pasos en el salón.

Es mi hermano, dirigiéndose a la salida.

-¿A dónde vas?

Gira para mirarme.

-A... hacer un trabajo práctico del colegio. Con una amiga.

-¿Cómo se llama?

- Melody.

Antes de que puede hacer más preguntas, ahora ataca él.

-¿Tú de donde vienes?

-De una plaza.

-¿Con quién estabas?

-Con Amelia.

-Ah...-Curva una sonrisa picara- ¿la de los mensajes?

-La misma -suspiro-

Si iba a decir algo más, ahora el interrumpido es él porque suena su celular. Le echa un vistazo y concluye:

-Tengo que irme. El deber me llama.

Río.

-Melody, dirás.

-Claro.

Rodea los ojos y sale de la casa guardando el celular en el bolsillo.

Yo retomo el dibujo.

Te amaría por siempre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora