Capítulo 22

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Capítulo 22: Feliz cumpleaños y feliz navidad parte final.

Advertencia: Contenido explicito (+18)




























Oliver nunca la había pasado tan bien en alguno de sus cumpleaños, en años anteriores estos se caracterizaban por la figura del padre queriendo celebrarlo y él encontrando alguna manera de que esto no sucediera, siendo la de encerrarse en su cuarto su favorita cuando era más pequeño y la de escaparse del orfanato cuando había adquirido la madurez y la habilidad necesaria para hacerlo con éxito.

Pero hoy, el día de su cumpleaños número dieciocho, el día en que se hacía a los ojos de la ley un hombre totalmente capaz de valerse por sí mismo, era diferente. Hoy no era como las veces anteriores, no tenía que encerrarse en su habitación a llorar hasta quedarse dormido al recordar que no era más que un pobre huérfano, no tenía que saltar por una ventana y vagar por las calles de New York en un intento de olvidar lo que se suponía tenía que ser un día de felicidad para él, ya no más.

Y es que todo había cambiado desde hace un par de meses atrás, más específicamente el día que por obra del destino logro despertar su poderes mutantes en el momento oportuno, desde aquel día todo había cambiado y vaya que era un gran cambio. Pero si bien era esto cierto, aún resentía esta fecha, la única diferencia era que esta vez era por motivos diferentes, ya no era por estar solo u odiar a sus padres, no. Ahora era porque en este maldito día dieciocho años atrás, alguien obligo a sus padres abandonarlo, para poco después quitarles la vida y dejarlo solo.

Ya no era la pena y la tristeza. Ahora era la rabia y la venganza.

No obstante, como bien había dicho, nunca en algunos de sus cumpleaños anteriores la había pasado bien. Tanto era su deleite en el día de hoy, que por momentos pensar en la venganza y la muerte de sus padres solo parecía un recuerdo lejano, algo que no tenía que tener importancia, al menos por el momento y esto tenía una razón, una que realmente nunca pensó llegar a tener.

Jean Grey

Una de las mujeres más hermosas que había visto alguna vez era la responsable de esto. Lo encontró temprano en la mañana desahogándose con algunos robots que en la escuela solían usarse como ayudas para los entrenamientos. Lo abrazó. Lo consoló. Lo escuchó. Y lo animó.

Para Oliver era extraño, el como la pelirroja lo había calmado y a su vez logrado que le contará sus problemas tan fácilmente, era extraño, ya que como bien decía el padre del orfanato, él era muy parecido a su madre, y su madre odiaba contar sus problemas al resto porque no quería que se preocuparan por ella de ninguna manera. Oliver y su madre Aurora era como dos gotas de agua en este aspecto.

Pero Jean Grey lo había logrado. Oliver recordó el momento en que la mutante coloco su mano en su mejilla mientras lo acariciaba de manera maternal y lo animaba con palabras suaves, por un momento pudo jurar que así se sentiría si fuera su madre, pero si lo pensaba bien en realidad la telépata encajaría más con el puesto de hermana mayor y siendo pelirroja más todavía.

-Oye!... Me estás escuchando Oliver?- Ladeando la cabeza para verlo mejor la dueña actual de sus pensamientos indagó.

-Ah?... Lo siento Jean no estaba escuchándote- Oliver mencionó al sus ojos marrones hacer contacto visual con los color esmeralda de la pelirroja- Que me decías?

-Decía que cuál dulce quieres?... Hay varias opciones deliciosas- La mutante volvió a pronunciar su pregunta anterior.

Oliver giro su rostro hacía una vitrina donde habían una gran variedad de postres, poco minutos atrás habían ingresado al establecimiento ya que Jean quería obsequiarle algún postre que él escogiera. Intentó negarse a esto caballerosamente diciendo que no era necesario comprarle nada, que él estaba bien así, pero solo basto una mirada seria de la pelirroja para hacerlo cambiar de opinión.

"El Camino que Escogí" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora