[Febrero de 1926. California.Un mes antes de la llegada de Satoru Gojo a Estados Unidos]El hombre estaba hincado de rodillas, su piel magullada y sangrante teñía el suelo. Aún no estaba condenado, de hecho con esas heridas podría ser posible que sobreviviera. Geto se acercó lentamente y su mirada serena brillaban en la noche:
-Te lo ruego, perdóname. Perdóname la vida y prometo darte todo lo que tengo – rogó y su boca sangraba con dientes faltantes por los golpes.
-No es posible-murmuró Geto- desde que llegué lo sabías.
El hombre murió rápidamente, la maldición con forma draconiana que rodeaba el cuerpo de Geto lo asesinó al instante. La sangre salpicó en todas direcciones y Geto dio la vuelta sintiendo que solo una pequeña parte de su dolor desaparecía.
Horas antes ….
-No podemos casarnos Suguru…Pero yo deseo tener una relación contigo. Puedes escoger a una mujer más digna como esposa y yo prometo no molestarme.
No era esto lo que se esperaba. Estaba fantaseando durante años con el momento en que le propondría matrimonio. Temía encontrarla comprometida con otro, también se había preparado para ello. Pero no, ella estaba allí frente a él diciéndole aquello:
-Sé que esto que te digo te parecerá una estupidez. He deseado tanto encontrarte que no tengo valor para hacerte vivir una vida de infierno conmigo. Con alguien que no lo merece.
-Shoko… ¿Qué podría hacerme indigno?
-¡ No ! Soy yo quien no lo merezco.
Shoko se preparó para confesar lo que la carcomía desde adentro. Sus manos entrejuntas sobre su regazo, la mirada baja y la duda. Geto escuchó cada palabra de las que ella suavemente susurraba hasta que su voz se volvió cada vez menos estable y apenas podía articular. Geto solo pudo abrazarla y contener sus lágrimas.
-Lo siento tanto Suguru, no pude hacer nada. Siempre desee que fueras el único. Pero si movía un solo dedo, si intentaba defenderme iban a herir a Utahime. Estábamos en medio del mar, no teníamos a donde escapar.
- ¿Quien?
- Suguru…
-¿Quién fue Shoko?
-Suguru por favor…
-Solo dime el nombre, estoy casi seguro de que es alguien que conozco. Dime quien es ese enfermo.
- Ya no hay nada que puedas hacer.
-Si no me dices iré uno por uno y mataré a quien crea sospechoso. Será mejor que me digas o me lo describas.
Shoko una vez pudo ver su apellido en su uniforme mientras junto a otro más le rompían la ropa y la dejaban indefensa. Geto escuchó atentamente y sus pupilas se contrajeron al oirlo: precisamente había sido uno de sus compañeros.
Pero era imposible que se lo hubiera inventado. Entonces la dejó dormida, le dolía ver como la humedad de sus mejillas se filtraba en su pijama y en su cabello. Shoko no es una mujer que llora fácilmente.
California era una ciudad grande pero no tanto, podría encontrar fácilmente en medio de la noche a cualquier compañero radicado e investigar. Pero quería ser sigiloso y las palabras de insulto de Mei en medio de la noche no podrían detenerlo de usar su influencia para investigar. Mei harta y soñolienta le destinó dos de sus sicarios, que conocían a todo japonés en la zona y posiblemente en el país, así que fue sencillo. Bien sencillo.
Esa noche encontró a Naoya dormido en su habitación. Se había retirado de la armada meses después de haber violentado a Shoko y planeaba tener una vida normal y solitaria. Pocos lo conocían y él conocía a pocos. Pero entre sus escasos conocidos uno de ellos no resistió la mano amenazante de uno de los sicarios de Mei Mei mientras apretaba su cuello exigiéndole respuestas.
Geto podía matarlo al momento pero quería verlo y preguntarle si fue él. Estaba seguro de que se negaría y aún así su objetivo no iba a cambiar. Pero quería verlo. Naoya se despertó y supo inmediatamente de quien era la silueta en su habitación:-No creí que vendrías.
- ¿Por qué lo hiciste sabiendo que era mi prometida?
- ¿Todavía lo es?-el rostro incrédulo de Naoya llevaba a Geto a la locura.
-No te incumbe. ¿Por qué pusiste tus sucias manos sobre ella?
-Al menos ha sido sincera, no la creí capaz de confesar.
-¿Por qué?
-Intentarás matarme ¿verdad?
-Si.
-Entonces quiero que sepas que solo fue simple diversión y que jamás creí que irías tras ella. Solo eso. -dijo y se puso en posición de combate.
Esa noche Suguru regresó a la habitación y se bañó: olía a sangre ,suciedad y muerte.Se alegró de ver que Shoko todavía dormía plácidamente y se unió a ella. Pero al sentir su cuerpo y su cabello húmedo cerca de ella la muchacha se despertó y lo miró a los ojos:
-No debo ser yo...
-Shoko..-sostenía las hebras de su cabello marrón hermoso y brillante- no puedo borrar nada. Lo siento. Pero puedo dedicarme a tratar de intentarlo.
-Hay heridas que no sanan Suguru. No todo puede arreglarse. Puede incluso de que esta hubiese sido una señal.
-¿De que hablas?- sabiendo que ella podría curar su propio cuerpo con su técnica maldita esa palabras cobraban un significado perverso.
-A pesar de todo lo que esos hombres hicieron yo no …no quedé embarazada. Pudiera ser que no pueda y solamente me diera cuenta con eso.
-¿Qué dices?
Shoko lloraba de nuevo: Suguru no podía acostumbrase a eso jamás.
-Eso no importa y ni si quiera sabes si tienes razón.
-Yo solo no quiero hacerte infeliz.
-Eso es imposible.
Él la calmó con un beso tierno. Shoko sabía lo que iba a ocurrir y su cuerpo se tensó pero no sintió ninguna fiereza. Suguru sabía que tendría que ser delicado y paciente.
Utahime no se sorprendió cuando su amiga no regresó esa noche y con su niño en brazos rezó porque los dioses ayudaran al corazón de su hermana.
Geto deslizó su vestido con suavidad. Las uñas de ella se deslizaron por su espalda y se detuvo cada vez que la sintió dudar. “No pares por favor” suspiraba ella, en su mente Shoko solo podía imaginar que deseaba que borraran todo.Utahime ya estaba preocupada cuando el segundo día Shoko tampoco había aparecido. Ya conocía al prometido misterioso que detectó su energía maldita debido a sus amuletos. Ideas extrañas se cruzaron por su cabeza y hasta Minoru divisó su inquietud.
A diferencia de la sacerdotisa Shoko estaba experimentando una felicidad que no podría expresar fácilmente. Cuando Geto le susurraba que la amaba ella podía sentir como si el mundo se volvía uno con él en habitación pequeña. Recordó como su corazón se encendía solo con un beso hacía tres años, lo fácil que le era levantarla en brazos y envolverla. Nada la había preparado para recibir tanto amor:
-Debería ir a casa.Utahime va a preocuparse.
-Cierto... -le besó la frente- Deberías.
Ambos sonrieron.
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Linaje del Infinito
FanfictionEl Clan Gojo estaba desesperado: el silencio no lograba acallar los rumores de como el prometedor matrimonio entre el heredero de los seis ojos y una impecable hechicera de una familia aliada no les había entregado ningún retoño. Cinco había sido lo...