Nuevos trucos

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La frenética danza de intercambios duró hasta que, de repente, el anillo dejó de funcionar. Estaba atrapado en mi propio cuerpo de nuevo, y no importaba cuánto me concentrara, no podía regresar al cuerpo de Viviana. "Esto ya se echo a perder" dije con desanimo. 

Desperté a la mañana siguiente con la mente aún nublada por lo ocurrido la noche anterior y deseando volver al cuerpo de Viviana. Intentaba hacer que el anillo funcionara de nuevo , pero esa cosa brillaba de vez en cuando y no lograba arrancarme del cuerpo ni moverme a otro. Maldije entre dientes, frustrado. 

Justo cuando pensaba que no podía ser peor, escuché unos golpes furiosos en la puerta. "Esto no puede ser bueno", pensé. Me levanté y abrí con cierta reticencia y allí estaba Viviana, su rostro rojo de ira y sus ojos lanzando dagas. Sin siquiera saludar, me empujó hacia adentro y cerró la puerta de un portazo. "¿Qué diablos te pasa?", le solté sin poder ocultar mi sorpresa.

"¡Eso te lo debería preguntar yo a ti, maldito cerdo!", me espetó. Pude ver cómo sus manos temblaban de la furia contenida. "¿Cómo te atreves a volver a hacerme eso? ¡Y justo en mi noche de placer!" 

"Viviana, por favor, baja la voz. Mis padres están en casa y no quiero que se despierten", le dije en un susurro apremiante.

"¿Crees que me importa?"  respondió en voz alta, claramente sin intención de moderarse "¡Esto es tu culpa, así que vas a escucharme!"

"En serio, Viviana. Si ellos se despiertan y te ven aquí gritando, será mucho peor para ambos", insistí, tratando de calmarla con mi tono.

Suspiré, "Mira no fue mi intención, esta cosa está fallando o algo así", intenté explicar, señalando el anillo en mi dedo que ahora parecía tan inofensivo como una simple joya.

"Fallar, dices... Esto es ridículo", dijo Viviana, caminando de un lado a otro con un aire de indignación que llenaba el espacio. "Ya es suficiente que me hayas obligado a pasar por esto una vez, ¡pero ahora otra vez! ¿Y en un momento tan íntimo?"

Yo traté de mantener la calma, pero la situación estaba complicándose. "Escucha, Viviana, sé que esto no fue lo ideal. Pero no lo hice a propósito. El anillo... no estoy seguro de qué está pasando con él últimamente".

"¡Ah, claro! Culpa al anillo, como si no fueras tú quien lo lleva puesto, quien lo controla", respondió con una mezcla de sarcasmo y enojo.

Me acerqué un poco más, tratando de mostrarle que no quería pelear. "Mira, lo que sucedió anoche fue un accidente. No quería que volvieras a pasar por eso. De hecho, quería evitarlo... después de todo, sé que no te gustó la primera vez que ocurrió."

"Claro que no me gusto ¡Fue la peor experiencia de mi vida! Y tú... tú no tienes ni idea de lo humillante que fue."

"Viviana, lo sé. No quise que nada de esto sucediera. Pero... ¿recuerdas cuando... bueno, cuando estabas en mi cuerpo y yo en el tuyo... tú sabes, lo que pasó después?"

Su expresión cambió, sus mejillas se tornaron de un rojo intenso mientras fruncía el ceño. "¡No te atrevas a mencionarlo! No fue nada más que una situación incómoda y forzada. Y si esperas que eso te saque de este problema, estás muy equivocado."

"Vamos, no lo tomes así", le dije, intentando suavizar la situación. "Sé que fue extraño, pero... ¿no sientes que, de alguna manera, eso nos da una conexión especial? Digo, es algo que nadie más ha vivido."

"¿Una conexión? ¡Qué absurdo!" Viviana exclamó, sus ojos lanzando dagas. "Si esto es tu idea de una conexión especial, entonces estás más loco de lo que pensaba."

"Bueno, no lo decía en serio", respondí, encogiéndome de hombros. "Pero algo en todo esto es... único, ¿no crees?"

Viviana soltó un suspiro pesado, cruzando los brazos de nuevo. "Lo único único aquí es lo retorcido que eres para siquiera pensar en eso como algo positivo."

PosesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora