Nueva vida

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"¿Te has preguntado alguna vez cómo se siente tener poder y control?" pregunté, acercándome más mientras mantenía una sonrisa enigmática en mis labios. Mi otro yo tragó saliva, su mirada bajando de mi rostro a mi pecho antes de volver a subir, evidentemente confundido pero también intrigado.

"No, no realmente," respondió, tratando de sonar casual, pero su voz temblaba levemente. "¿Por qué lo pregunta, profesora?"

"Porque tú y yo estamos a punto de explorar algo muy interesante," murmuré, acercándome aún más. Mi mano se deslizó suavemente sobre el escritorio, y luego me incliné para tocar el brazo de mi otro yo. Sentí cómo su piel reaccionaba al contacto, un pequeño escalofrío que me decía que estaba en el camino correcto.

"El anillo que llevas..." comencé, mirando el objeto en su dedo. "Me pregunto si realmente comprendes lo que significa. Es algo que puede ofrecer mucho más de lo que parece a simple vista."

Mi otro yo miró el anillo, como si estuviera viéndolo por primera vez con una nueva apreciación. "No creo que sea gran cosa," dijo, su voz cargada de un nerviosismo palpable.

"Te aseguro que es más de lo que imaginas," dije, sonriendo seductoramente. "Permíteme mostrarte."

Con un movimiento suave y deliberado, tomé su mano y la guié hacia mi clavícula, bajando lentamente por el escote de la blusa de Miranda. Sentí cómo su respiración se aceleraba aún más, cómo su piel se erizaba al contacto. Estaba tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo irradiando hacia mí.

"Profesora...", murmuró, su voz temblando con una mezcla de deseo y nerviosismo.

"Shh...", susurré, acercándome aún más, hasta que nuestras caras estaban a centímetros de distancia. "No pasa nada. Solo quiero que sientas cómo se siente. Es natural, ¿no?"

Sentí cómo mi otro yo cedía, cómo la tensión en su cuerpo se transformaba en una especie de resignación. Y cuando sus dedos finalmente se movieron, acariciando suavemente mi piel, la piel de Miranda.

"Me alegra que te sientas cómodo," dije, sonriendo de manera seductora. Luego, moví la mano de mi otro yo hacia el anillo. "Y ahora, permíteme pedirte un pequeño favor. El anillo que llevas, quiero que me lo entregues. Considera esto como una oportunidad para experimentar algo nuevo."

Mi otro yo, sumido en la confusión y el deseo, miró el anillo y luego me miró a mí, vacilando por un momento. "¿El anillo? Bueno, si eso es lo que quiere... aquí está."

Con una expresión de sumisión, mi otro yo se quitó el anillo y me lo entregó. 

"Ahora, te prometí una experiencia diferente," dije, sonriendo con la confianza y sensualidad que el cuerpo de Miranda me otorgaba. Me acerqué a él, y pude ver cómo sus ojos se abrían más ante la promesa implícita en mis palabras.

"Vaya, parece que estás disfrutando la sensación," murmuré, notando cómo su cuerpo mostraba signos de excitación. Su erección era evidente a través de su ropa, y esto solo avivó mi deseo de jugar más con la situación.

"Sí, parece que sí," dijo, tratando de mantener la compostura, pero su voz traicionaba su entusiasmo.

Sin dejar de sonreír, me incliné hacia él, capturando sus labios en un beso que empezó con lentitud, pero pronto se intensificó. El beso se volvió más apasionado, con nuestras lenguas encontrándose en una danza íntima. 

Tras unos minutos, el clímax de nuestra experiencia llegó, y nos separamos, respirando pesadamente, mientras nos mirábamos con una mezcla de satisfacción y agotamiento. Mi otro yo, ahora claramente complacido, sonrió con una expresión de gratitud y sumisión.

"Gracias, profesora," dijo, su voz aún cargada de la intensidad de lo que acababa de experimentar.

"El placer ha sido todo mío," respondí, devolviendo la sonrisa. Sabía que había logrado lo que me proponía: mantener a mi otro yo complacido y asegurando que el anillo ahora me sirviera a mí.

Con el anillo en mi dedo y el cuerpo de Miranda a mi disposición, me preparé para disfrutar plenamente de la vida en su piel. Mientras mi otro yo se alejaba, satisfecho pero confundido, yo me sumergía en la vida de Miranda, listo para explorar y experimentar cada aspecto de su existencia con una nueva perspectiva.

Cuando mi otro yo se marchó del aula, me sentí libre para disfrutar el cuerpo de Miranda al máximo. Con una sonrisa satisfecha, me levanté y me dirigí al despacho de Miranda. El día había sido largo, y las sombras de la tarde se proyectaban a través de las ventanas del aula. Cada movimiento de su cuerpo era placentero y emocionante. Me acomodé en su silla, disfrutando de la sensación de ser ella, de tener su figura, su postura y su autoridad.

Mientras me sentía en su silla, me di cuenta de que tenía la libertad de disfrutar de una vida completamente diferente por un tiempo. El problema de mi vida original, mi otra conciencia y los conflictos que había tenido con Judith y Viviana, se resolvieron por sí mismos. Este fue el momento perfecto para experimentar, para disfrutar de todas las sensaciones que el cuerpo de Miranda tenía para ofrecerme.

Esa noche, en la casa de Miranda

Decidí ponerme de nuevo el anillo, sintiendo la energía familiar recorrer mi cuerpo. Ahora que estaba completamente inmerso en el rol de Miranda, no tenía ninguna intención de volver a mi cuerpo original. Este cuerpo ofrecía una nueva vida, una oportunidad de explorar y experimentar sin restricciones.

Me senté en el sofá y encendí la televisión, disfrutando del poder y la sofisticación que el cuerpo de Miranda me brindaba. Los recuerdos de su vida, las experiencias que había acumulado, estaban a mi disposición, y me sentí completamente libre para vivir la vida que siempre había querido experimentar.

Las siguientes semanas

Durante las semanas siguientes, viví como Miranda. Me moví con su gracia y su autoridad, disfrutando de cada momento. La rutina de la profesora, sus interacciones, todo se convirtió en una aventura constante.

No había más preocupaciones sobre mi vida original. Todo estaba bajo control, y yo estaba libre para explorar el mundo desde una nueva perspectiva.

Disfruté cada minuto, sabiendo que, mientras me quedaba en el cuerpo de Miranda, todo lo demás seguía su curso. Mi otra conciencia se encargaba de mi vida original, asegurando que todo estuviera en orden. Y yo, en el cuerpo de Miranda, disfrutaba de una nueva existencia llena de oportunidades y placeres que nunca había imaginado.

Decisión final 

Mientras caminaba hacia la casa de Miranda, sintiendo el elegante golpe de mis tacones en el suelo, decidí que este era mi hogar ahora. No había prisa por cambiar a otro cuerpo. La vida de Miranda tenía todo lo que deseaba, y estaba dispuesto a aprovechar cada aspecto de ella. Si en algún momento necesitaba cambiar de cuerpo, el anillo seguía ahí, como una herramienta poderosa a mi disposición. La profesora Miranda era respetada, y yo disfrutaba enormemente del respeto y la influencia que tenía sobre sus estudiantes y colegas. La sensación de dominar su vida era tan gratificante que decidí que me quedaría aquí indefinidamente.

"Todo está bajo control", murmuré para mí mismo mientras me acomodaba en la cama. La sonrisa maliciosa en mis labios se sentía natural. "La vida es mucho más fácil cuando puedes ser quien quieras."

Mientras me relajaba, mi mente giraba en torno a las futuras posibilidades. Si en algún momento necesitaba cambiar de cuerpo, el anillo seguiría siendo una herramienta a mi disposición. El poder de controlar la vida de otra persona era un placer que no quería dejar escapar. Por ahora, el cuerpo de Miranda era mi refugio y mi juguete.

Con una última mirada al anillo, apagué las luces y me recosté en la cama. Preparándome para disfrutar de otra noche en la piel de Miranda.

PosesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora