Acto 1. La última opción

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Mirando con preocupación el abismo que se cernía bajo su cuerpo, cerró sus dedos con mayor fuerza en las raíces que sobresalían del precipicio. Hizo un esfuerzo enorme para estirar su brazo libre hacia la superficie, pero el movimiento forzoso provocó que las raíces cedieran antes de que lograra ascender. Gritando colmado en pánico, cayó varios metros en el precipicio hasta que logró aferrar su mano a una pequeña saliente. Sin embargo, poco le duró el alivio, ya que podía ver cómo ésta se agrietaba lentamente. 

Iba a caer, lo presentía. Si nadie le ayudaba, este sería su final. 

—¡¿Qué esperas?! ¡Asciende! —exclamó Donghae mientras luchaba con su filosa espada en la orilla del precipicio—. ¡Tienes la fuerza para salir! 

Aquel quien era su compañero estaba confiando en que se salvaría por su propia cuenta, pero él no podía. Sinceramente no podía. Veía más guerreros batallando en la orilla, pero su única esperanza era su compañero Donghae. 

Con él habían formado un equipo consolidado. Ellos eran ese dúo infalible al que llamaban cuando el problema se tornaba en extremo peligroso. Juntos se enfrentaron a poderososdemonios que encabezaban el surgimiento, aquel suceso por el que se abría un portal en el sueloy los demonios trepaban el precipicio intentando llegar a la faz de la tierra. Su trabajo como guerreros era detenerlos para proteger la continuidad de la humanidad. 

Cuando sucedía un surgimiento, frecuentemente varios civiles salían heridos. Algunos eran arrastrados hacia el precipicio donde perdían la vida en la caída, y otros eran asesinados por demonios hambrientos. Un portal abierto por un demonio se cerraba con sangre. Él tenía un corte en su brazo por cada portal que había cerrado. Donghae también lo tenía. Llegaría un momento en que perderían la vida en un surgimiento. Él lo tenía asimilado, aun así, la naturaleza de su ser no le impidió amar. 

Era tonto, lo sabía. El amor casi nunca estaba en los planes de los guerreros. Sobre todo, cuando la otra persona era un hombre al igual que él. 

De todas formas, su razonamiento no pudo distinguir la diferencia entre el amor fraternal del romántico. Un beso espontáneo y a destiempofue el gesto que tensó la relación. Todo lo que recordaba de aquella mala decisión era a Donghae rechazando el contacto. Luego, éste se alejó sin mirar atrás. 

Al día siguiente, lo escuchó hablando con el Obispo de la Iglesia. El pedido de asignación de un nuevo compañero de equipo lo descolocó y le hizo comprender que lo había arruinado por completo. 

Actualmente, los trámites para su reasignación estaban en curso. No sabía por qué estaba recordando todo eso en aquel momento, pero algo en su garganta dolíacomo una bola de fuego. 

—¡No puedo! ¡Necesito ayuda! —gritó tratando de mantener la desesperación a raya, pero era un caso perdido. 

Sus lágrimas comenzaron a ceder. "Sálvame, por favor", suplicó hacia sus adentros. "Incluso si no me quieres de la forma en la que yo te quiero, no me dejes caer"

Donghae descendió un par de metros en el precipicio, rescatando civiles de las garras de los demonios. Hyukjae era quien más profundo colgaba, por lo que se tornó la última opción. Antes de que Donghae intentara llegar hasta él, la saliente que lo sostenía se fragmentó en mil pedazos. 

Lo último que Hyukjae alcanzó a ver fue los ojos asombrados de Donghae antes de caer a lo profundodel abismo

El surgimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora