7. Confianza

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Abby

No sé que impulsó a pintar aquella estrella en su cuadro ni en el mío, solo sé que así debía de estar.

Dejamos los cuadros secándose para pasar por ellos después, caminamos de entre risas a los dormitorios y se me ocurre una idea.

—¿Alguna vez hiciste algo que no está permitido?— suelto divertida. Creo que Max piensa que me volví loca.

—No sé en qué contexto lo estás diciendo, como una travesura o algo más, porque si es de travesuras muchas— sonrío como el gato de Alicia—. Abby ¿Qué demonios estás pensando?

Entrelazó su mano con la mía y en vez de ir a los dormitorios nos guió a la cafetería.

—Mañana servirán helado de postre...

—¿Cómo sabes eso?— me interrumpe

—Siempre se acaba primero el de cereza y me encanta— Max parece muy perdido y sonrío divertida— robaremos un bote para nosotros y Jake se hizo muy amiga de la señora que sirve la comida— es como estar en misión imposible—. Tenemos que ser sigilosos y no tardarnos.

—Bueno, puedo apurarme si lo necesitas— en cuanto me doy cuenta de mis palabras me doy cuenta de cómo sonaron.

—Idiota— pero no puedo evitar la sonrisa y el sonrojo que me provoca el comentario, Max sonríe conmigo y nos metemos a la cocina sin ser vistos.

—Allá, los congeladores— señaló y nos apuramos. Los estúpidos botes de helado están en la parte más alta, no puede ser soy demasiado bajita, salto para alcanzarlos.

—¿Quieres ayuda?— ríe divertido, dios me debo de ver patética intentando alcanzar el helado.

—No— hago uso de la poca dignidad que me queda y vuelvo a dar saltitos intentando tomar el helado.

—Déjame ayudarte— su voz llegó en un susurro y sacudió todo mi cuerpo, su mano tomó mi cintura con fuerza mientras la otra bajaba en helado y lo dejaba en mis manos.

Voltee la cabeza un poco para verlo y nuestras miradas se conectaron.

No mentía cuando decía que son los ojos más bonitos que vi, tan azules, el mar y al mismo tiempo el cielo. Bajo un poco más su cabeza y nuestras respiraciones se entrelazaron, me pedí el labio nerviosa y su mirada se fue a mis labios.

Los latidos de mi corazón se aceleraron y de algún modo supe que los suyos también. No sabía que estaba pasando pero sabía que no quería detenerlo, sabía que quería esto, alce más el rostro y nuestros labios estaban a punto de rozarse cuando un ruido nos alertó que nos habían descubierto.

—Corre— tome su mano volviendo a entrelazarlas y salíamos entre risas de la cafetería, para llegar a los dormitorios tendríamos que cruzar todo el patio y sobraba decir que estaba lloviendo a mares, el viento frío me heló los huesos en un segundo.

»¿Corremos?— Soy una persona cero atlética y con lo que acaba de correr dudaba que mi suerte fuera muy buena como para no resbalar y caer.

—Si quieres nos besamos— el calor subió tan rápido por mi rostro que ya no tenía frío, se escuchaba el ruido del guarda persiguiéndonos y no hubo tiempo para nada más.

—Será en otra ocasión— sonreí, él sonrío y volví a correr con él tomándome la mano.

Cuando llegamos a su habitación que era la más cercana para no ser atrapados, no pudimos evitar soltar las carcajadas.

—Gracias— es todo lo que pude decir.

—¿Por qué?— el agua le corría por el rostro y el cabello se le veía más oscuro, sin duda alguna Max era muy atractivo y si le sumamos su personalidad es completamente irresistible.

Eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora