Capítulo 3: he aquí...

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Capítulo 3: he aquí... ¡El Padre de Toda la Humanidad!

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El primer humano.

El primero en ser despertado.

El bendecido.

El hijo predilecto de Dios.

El primero que le puso un nombre y significado a todas las creaciones.

El primero en ponerle nombres y formas humanoides a los ángeles.

El único e irremplazable, creado a imagen y semejanza de Dios.

El que no comió del fruto prohibido.

Poderoso pero imperfecto.

Personificación de la paternidad.

Personificación de la lealtad.

El ejemplo que todo hombre debe ser.

El primero en redimir a sus hijos y seres queridos.

El único humano de corazón puro.

Ese es Adam, El Primer Hombre, el Padre de Toda la Humanidad, la Cúspide de toda la Creación.

El elegido por Dios.

[...]

Adán yacía en su cama, envuelto en las sábanas de forma perezosa mientras observaba el techo con desinterés. Ha estado pasando en los orfanatos del Cielo para visitar a su descendencia que, desafortunadamente, murieron a una edad muy temprana.

Le dolía ver en lo que se convirtieron sus descendientes. Se esforzó tanto para guiarlos al camino del bien, y sin embargo, la Serpiente encontraba una forma para desviarlos de sus caminos. Por eso lo odia, nunca a pasando un momento en que quisiera golpearlo hasta matarlo con sus propias manos; desafortunadamente para él, tiene estrictamente prohibido hacerlo. Eso es una orden directa de Dios.

Y entiende por qué, no quiere que sus dos hijos más apreciados se maten entre ellos, como él ya había experimentado en el pasado.

Suspirando, se levantó de la cama, colocando sus dos pies en el suelo para salir de ella. Manteniendo las sábanas cubriendo su cuerpo, se dispuso en ir a la cocina caminando.

Él, a diferencia de Eva, mantenía oculto sus alas y casi nunca los utiliza, pues estaba orgulloso de verse y actuar como humano, era parte de él, al fin y a cabo esa es su esencia. De esta manera pudo darle la bienvenida a cientos o millones de almas al cielo antes de la llegada de San Pedro. Y lo sigue haciendo, de vez en cuando, ya que asi las almas le tenían mucha confianza para entrar, aún más cuando despierta su aura paternal y diga su nombre.

Tomando una caja de leche y un cereal azucarado se sentó en en el comedor, invocando un plato fondo en donde colocó el cereal primero antes que la leche. ¡Y así, el Primer hombre se preparó su desayuno matutino! ¡Un confley!

Dejando ambas cajas de lado, el hombre tomó del tazón y empezó a comer con una mirada desinteresada.

Y siguio así durante momentos, hasta que, cuando levantó otra cucharada con cereal, debajo de él se crea un portal en la que cae repentinamente. Aterrizó firme, con ambos pies en el suelo, sosteniendo la cuchara cerca de su rostro con la boca abierta. Parpadeo un par de veces mientras miraba a su alrededor confundido, ya que no se sentía en peligro como para ponerse en una pose de pelea.

Adán, lo que tuvo que ser.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora